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Sociedades en conflicto

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América Latina consita en su geografía una paradoja que ha alimentado las diversas usinas de las ciencias sociales, en pos de un matriz explicativa: ser un continente rico en los recursos más diversos por un lado y tener las sociedades más desiguales e injustas del planeta, por el otro. La historia del continente pone en negro sobre blanco lo difícil y costoso (en vidas humanas, especialmente), que ha sido y aún es revertir esta situación. Allí creemos que el título de esta obra colectiva encuentra plena justificación.

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Lunes, Diciembre 28, 2015 - 00:00
Silla Académica

“Las movilizaciones demuestran que la sociedad está viva”

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A una semana de que Santos se despida de Palacio, anunció que dejaba listo el Protocolo de regulación de la protesta social que causó revuelo en los gremios por considerar que incentiva las movilizaciones, aunque como Santos mismo lo señaló, es una recopilación de la normatividad y jurisprudencia existente.

 

El protocolo de entrada choca con la postura del Ministro de Defensa designado que anunció que limitaría la protesta sin ni siquiera haberse posesionado (y sin tener las facultades para regularla pues es un tema de la Ministra del Interior). Y se convertirá en un tema político candente en la medida en que una de las estrategias de la oposición que liderará Gustavo Petro será movilizar a las organizaciones en la calle.

Para entender con una perspectiva histórica el significado de la protesta social en Colombia y las limitaciones o impulso que debería tener en la era del posconflicto, La Silla Académica habló con Roberto González Arana, doctor en historia, director de Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe y profesor del Departamento de Historia de la Universidad del Norte, a propósito del capítulo del que es coautor con Ivonne Morales, también profesora de esa Universidad, llamado “Movimiento obrero y protesta social en Colombia. 1920-1950*”

LSA: Santos publicó un protocolo para regular la protesta social, a la que se han opuesto los gremios por considerar que favorece a los protestantes. Por otro lado, el nuevo MinDefensa dijo que había que reglamentarla ¿cuáles deben ser los límites?

Roberto González: Las movilizaciones demuestran que la sociedad está viva y oxigenan la democracia.

El deseo de regulación responde muchas veces a que suele asociarse protesta con violencia y terrorismo. A quienes protestaban en los 20’s se les decía bolcheviques y ahora se les dice castrochavistas. Es una forma de desestimar un mecanismo a través del cual se han logrado conquistas sociales a lo largo de la historia.

María Emma Wills anota que si las mujeres no se hubieran movilizado de forma constante durante el siglo XX, el derecho al voto y a la paridad en la política no existirían, por citar un ejemplo. Otro es la reducción de la jornada de trabajo a ocho horas.

La Constitución del 91 amplió los mecanismos de participación democrática y su regulación no puede tornarlos inocuos, por lo que se requiere el trámite más riguroso de una ley estatutaria. Porque se incumplió con eso, la Corte tumbó en 2017 las limitaciones a las manifestaciones públicas y al derecho de reunión que se introdujeron en el Código de Policía vía ley ordinaria.

LSA: ¿Cuál es el mensaje político que envía el Ministro de Defensa?

R.G.: Es preocupante que vayamos a tener un Ministro de Defensa que desde Fenalco manifestó muchos reparos al proceso de negociación con las Farc y que ratifica con su declaración de regular la protesta, ir en contravía a lo que justamente el Acuerdo busca ampliar en ese sentido.

Seguramente, va a tener poca tolerancia frente a las manifestaciones de diferentes grupos sociales, como los campesinos reclamantes de tierras o sectores de clase media que se expresen en contra de reformas tributarias que los graven más, mientras se mantienen o amplían las exenciones a grandes grupos empresariales .

No puede ser posible que cuando el Centro Democrático lidera una manifestación social, ésta sea legítima y cuando otros sectores la lideren se convierta “en contra de los intereses de país”.  Eso ya lo vivimos durante las negociaciones del TLC con los Estados Unidos. A los manifestantes opositores se les tildó incluso de “apátridas o amigos del terrorismo” en tiempos de Uribe como presidente.

LSA: En su libro dice que en las primeras décadas del siglo XX el Estado no se opuso a la movilización social pero luego se dio cuenta que podía ser una amenaza y aunque reconoció el derecho a la huelga, lo restringió con métodos soterrados como la creación de sindicatos alternos por parte de la Iglesia e incluso con represión policial ¿estamos en una situación similar cien años después?

R.G.: A comienzos del siglo XX el Estado colombiano fue bastante tolerante con las huelgas y las manifestaciones sociales pues parecían ser hechos aislados. De hecho no existía ni el Partido Socialista Obrero ni el sindicalismo. Pero, en la medida que la clase obrera y campesina se organizó y convirtió la huelga como un mecanismo de presión, la respuesta fue ir cerrando las posibilidades para que estas manifestaciones no tuvieran éxito. Incluso se prohibió varias veces el derecho a huelga o se creo el llamado “estatuto del vago”. Bueno, la masacre de las bananeras fue precisamente un doloroso episodio que evidencia una visión más radical con respecto a las luchas sociales.

Lo que pareciera estar avizorándose, guardadas las proporciones, es que con leyes como la de flexibilización laboral que recortó los pagos a las horas extras o la pretendida “moderación a sus justas porporciones de la protesta” estuvieramos es pos de regresar al pasado. Eso sin contar con los sectores conservaduristas que apoyaron el triunfo de Iván Duque y seguramente tendrán cabida en el nuevo gobierno.  A lo mejor no estamos es sintonizando con “la era Trump”.

LSA: ¿Cómo armonizar los derechos de quienes protestan y quienes no lo hacen que son una mayoría?

R.G.: Como bien lo dijo Humberto de La Calle en una columna reciente, las protestas  buscan reivindicar intereses de una minoría y esto es acorde con cualquier democracia.

Ahora bien, las movilizaciones deben tener un propósito definido para que tengan eco. No se trata de movilizarse sin una meta . En la medida que haya no sólo mayor democracia política sino social, como decía el sociólogo Antonio García Nossa, es decir, mucho màás incluyente, las movilizaciones seguramente serán menos frecuentes.

Y deben ser pacíficas. En la normatividad hay unos procedimientos que incluyen unas etapas de negociación previas. Y cuando se ponen en riesgo otros intereses públicos de mayor envergadura el derecho a la protesta podría anteponerse o ceder ante ellos, como se planteó en el caso del paro de Avianca, por ejemplo.

LSA:¿Qué manejo le debe dar Duque a la oposición vía la protesta social?

R.G.: En el Acuerdo de Paz, que es un acuerdo del Estado Colombiano y no del presidente Santos como se quiere presentar a veces, se acordó una mayor participación social en el Congreso y en las calles.

Mal haría este u otro gobierno en restringir las expectativas que hay para una mayor  ampliación de los canales legales que tramiten las demandas sociales.

Las limitaciones a las protestas y la movilización social para evitar los cambios políticos, sociales y económicos que hay que hacer, han demostrado estar asociadas a la violencia en los 40’s y 50’s y, posteriormente, del conflicto armado. Los trabajos del CINEP y de Mauricio Archila son un gran referente para entender las dinámicas sociales en Colombia.

Históricamente se ha querido contener la movilización social con represión y no con reformas sociales que tramiten con mayor éxito los intereses de muy diversos sectores.  Si miramos las regiones más pobres del país por ejemplo, entenderemos mejor por qué los ciudadanos se movilizan o protestan ante la ausencia o el histórico abandono del Estado.

A mi juicio, en lo que debería estar pensando entonces el nuevo gobierno no es precisamente en cómo modelar o limitar la protesta social sino en construir un modelo de país más incluyente y menos inequitativo. Claro, con el modelo neoliberal que identifica al nuevo Ministro de Hacienda para quien el salario mínimo es muy elevado en Colombia, esto parece ser una utopía. Nos movemos más bien en lo que el nobel Amartya Senn le llama el modelo de “sangre sudor y lágrimas”. En este, se presume debemos sacrificarnos todo el tiempo, “ajustarnos el cinturón” para un futuro mejor que parece nunca llegar a Colombia.

Las limitaciones a las protestas y la movilización social para evitar los cambios políticos, sociales y económicos que hay que hacer, han demostrado estar asociadas a la violencia en los 40’s y 50’s y, posteriormente, del conflicto armado.

Roberto González

LSA:¿Con Uribe y Petro como senadores ¿cree que el Congreso más que un escenario donde se resuelven las disputas políticas va a ser uno para llamar a que esa disputa se traslade a las calles?

R.G.: Este 6 de agosto, José Obdulio Gaviria convocó a un cacerolazo contra “el infame” de Santos. Por el otro lado, la izquierda está llamando a una movilización social el 7 de agosto, en apoyo a la paz y en protesta por los asesinatos de líderes.   

Eso muestra la polarización. Sin embargo, creo que la situación es diferente a la que se dio durante el gobierno de Santos.

En la oposición que lideró el Centro Democrático primaron los intereses partidistas y de cálculo político, lo que se vio claramente con el plebiscito, no se reconoció ningún avance del gobierno de Santos en materia económica o política por el hecho de que no fue a imagen y semejanza del modelo de país de ese partido.

Uno esperaría de la oposición que se conformará en el Congreso, una postura más constructiva. En desacuerdo con aquello que riña con la implementación de los acuerdos de paz pero apoyando lo que favorezca los intereses del país.  

LSA: ¿Eso será posible con el liderazgo de Petro?

R.G.: Las personalidades son parecidas. Uribe y Petro son líderes con un gran caudal electoral y unas posiciones bastante radicales. Ellos me recuerdan un libro reciente de Jorge Ramírez Giraldo “Populistas a la colombiana”.

Sin embargo, dado que Duque no tiene mucho margen de maniobra para modificar el Acuerdo por sus efectos constitucionales, los desacuerdos no deberían ser tan grandes en esa materia.

Donde los puede haber es en la cercanía que podría tener el gobierno de Duque con el de Trump.

LSA:¿Por qué lo dice?

R.G.: Sin decir que Santos no fue también un aliado fuerte de Estados Unidos, mostró una autonomía relativa cuando, por ejemplo, en la Cumbre de las Américas en Cartagena manifestó estar de acuerdo con la nueva política antidrogas promovida por varios expresidentes como César Gaviria, Vicente Fox y Ricardo Lagos, así como, con el levantamiento del bloqueo a Cuba.

Santos fue menos incondicional, si se puede decir. Por el contrario, hay mucha sintonía del Centro Democrático en la lucha antidrogas de Trump, por ejemplo. Para no mencionar que Uribe le ofreció el territorio colombiano a Estados Unidos para instalar acá 8 bases militares.

LSA: ¿Cómo puede impactar eso la movilización social?

R.G.: En estas elecciones, la izquierda despertó un sentimiento nacionalista que se refleja, por ejemplo, en la preocupación por la protección del medio ambiente y los derechos de las minorías al que claramente se opone el gobierno de Donald Trump que ha demostrado incluso estar en contra de los emigrantes latinoamericanos con su propuesta del muro para separar Estados Unidos de México.

LSA:Colombia no se ha caracterizado por tener un sentimiento de unidad fuerte ¿eso explica que la movilización social la ejerzan sobre todo las minorías y sectores específicos como los profesores?

R.G.: Francisco Leal Buitrago dice que tenemos una sociedad incivil, es decir,  muy apática.

Creo que hay dos explicaciones para ello. Un sentido de unidad muy débil y una cultura política precaria.

El sentido de unidad nacional y de identidad no es algo inherente, se construye a través del reconocimiento de las raíces,de intereses comunes, de lo que es propio. Somos un país muy fraccionado y de regionalismos.

Por otro lado, los colombianos no han sido educados en función de luchar por sus derechos.

Y se tiene una moral muy elástica. Nos quejamos del corrupto pero al mismo tiempo  se suele afirmar “pero hizo algunas obras” y eso termina siendo suficiente.

Los colombianos no han sido educados en función de luchar por sus derechos.

Roberto González

LSA: En su libro relata cómo en la primera mitad del siglo XX dada la apuesta de modernización capitalista y atracción de inversión extranjera, se reprimió la movilización social, especialmente, el derecho de huelga. ¿Es incompatible la movilización social y el desarrollo económico?

R.G.: Me parece que a la larga se complementan. Bolivia, Ecuador y Chile son ejemplos de países que renegociaron los beneficios de los acuerdo comerciales en sintonía con el deseo de muchos sectores sociales.

El punto es defender por encima de todo los intereses del país de cara al futuro de forma que haya racionalidad en la explotación de nuestros recursos sin que eso signifique una propuesta de nacionalismo a ultranza.  

Las movilizaciones sociales contribuyen a que haya mejores negociaciones, los inversionistas siempre van a estar atraídos con una diversidad de recursos como la que tienen Colombia.

Silla Académica
Silla Caribe

Los conservadores buscan renovarse con el sello de Marta Lucía

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Este martes el Partido Conservador llegará a la Casa de Nariño en cabeza de la vicepresidente Marta Lucía Ramírez. A pesar de que durante años ella fue distante de la bancada azul, que no la apoyó en las campañas de 2014 ni 2018 y a la que ella acusó de ser ‘enmermelada’, hoy su relación es armoniosa y se apoyan mutuamente.

Esa nueva relación abre la puerta para una renovación dentro del partido, cercana a las posturas de Ramírez y que en la bancada ven como una oportunidad de renovarse y fortalecerse para las elecciones regionales de 2019.

Se acaba la pelea interna

El distanciamiento entre la mayoría de los congresistas conservadores y Ramírez venía por lo menos desde cuando, a inicios de 2014, ella les ganó sorpresivamente la convención que definía candidato presidencial, en la que los parlamentarios querían avalar la reelección de Juan Manuel Santos.

En los años siguientes las relaciones tuvieron altibajos, y mientras los parlamentarios apoyaron el Sí en el plebiscito, Ramírez estuvo con el No.

En 2017 el senador huilense Hernán Andrade llegó a la dirección y trató de unir al partido, con miras a 2018, pero eso no caló, porque en las presidenciales de este año unos se fueron con Vargas como contó La Silla, y otros se fueron con Ramírez e Iván Duque, argumentando que respetaban que la base del partido es mayoritariamente uribista.

Esa historia quedó atrás con la segunda vuelta, cuando todos los azules se fueron con Duque, y con el triunfo de éste y el nuevo poder de Ramírez como vicepresidente, la ruptura quedó en el pasado.

“Ha mejorado mucho la comunicación con ella y hay un clima muy positivo” le explicó a la Silla el senador conservador Juan Diego Gómez, quien pasó de ser santista 1A a apoyar a Duque en primera vuelta.

Gómez fue uno de los compromisarios de su partido para negociar los puestos en las comisiones, una labor que según nos contó el representante conservador Juan Carlos Wills, fórmula de Efraín “Fincho” Cepeda, que estuvo con Vargas en campaña, fue fundamental.

Wills cuenta que Marta Lucía estuvo muy pendiente de la conformación de las comisiones  y tuvo una comunicación permanente con algunos de los congresistas azules. “Ella quería que la bancada quedara bien ubicada, fue una protectora”, recalcó.  Y eso ayudó a que los azules estuvieran en la clase A de la coalición de gobierno.

Tan es así, que la primera presidencia de la Comisión Primera de Senado, la más visible, se la quedaron los azules en cabeza de Eduardo Enríquez Maya, uno de los que siempre estuvo del lado del uribismo y de Ramírez en campaña.

“En resumen, Marta Lucía está muy contenta con la bancada y a través de ella vamos a incidir en el gobierno”, recalcó el senador Gómez.

Una fuente muy cercana a Ramírez coincide en esa cercanía, pero la plantea al revés: la bancada aceptó su derrota y ahora Ramírez, que durante esos años mantuvo una lucha por renovar el partido, es la que tiene la sartén por el mango. De ahí, dice esa fuente, que ahora sí hayan abierto las puertas a un cambio.

El renacer

Mientras que el partido tiene una vicepresidente azul - o que por lo menos viene del conservatismo-, la bancada está golpeada pues se redujo de 17 a 14 senadores y de 28 a 21 representantes.

Según tres miembros del partido, esa menor fuerza en el Congreso se suma a que tiene una imagen debilitada porque la gente lo relaciona con el pasado.

“Aquí creen que somos un grupo de viejos, cuando no es así”, recalcó, el representante por Bogotá Juan Carlos Wills.

Por eso, la idea es renovarse para las elecciones locales, como le dijo a La Silla la diputada de Cundinamarca Constanza Ramos. “aquí a la gente le da miedo postularse con el logo del Partido Conservador”, afirmó.

Para aterrizar esa idea de renovación, el ex senador Hernán Andrade, presidente del partido y quien estuvo en la orilla opuesta a Ramírez durante los años de la ruptura, decidió renovar los estatutos.

No lo hizo con alguien de su cuerda sino que le pidió al abogado Rodrigo Pombo, cercano al grupo de conservadores que acompaña a Ramírez, que escribiera un borrador de estatutos más incluyentes.

Pombo ya los escribió y el partido los está empezando a socializar.

Esos nuevos estatutos hablan, entre muchas cosas, sobre la no exclusión por razones religiosas, sociales, de sexo o de raza y en donde se acepta un pluralismo, el respeto a las minorías, como a la comunidad Lgbti.   

También, crea una nueva forma de toma de decisiones en las que los congresista tendrían menos poder, lo que muestra la fuerza que hoy tiene la visión de Ramírez de un partido más cercano a sus bases quea los congresistas.

La idea es que además de los congresistas y los prohombres del partido, en su dirección haya representantes de como los sindicatos, empresarios, jóvenes o los Lgbti, y que sus voto tenga más peso cuando se discutan asuntos de sus sectores (por ejemplo, si es política económica, tendrían más peso los empresarios que los Lgbti).

El objetivo final es acercar el partido a otros grupos sociales y enviar un mensaje de renovación, en el que esos nuevos estatutos son una apuesta concreta, con una visión del conservatismo más moderna y más alineada con el discurso de Ramírez que con las prácticas clientelistas de los caciques tradicionales.

Eso para llegarle a más personas, sobre todo en unas elecciones en las que por primera vez competirán por sus votos con un partido de derecha organizado, con sello de novedad y con la fuerza de tener un presidente propio, el Centro Democrático.

“Tenemos que empezar a hablar de temas que le interesan realmente  a los colombianos”, le afirmó a la Silla Juan Carlos Wills.

La propuesta de nuevos estatutos tiene que ser discutida y aprobada en una convención, lo que podría llevar a largas discusiones. Con el reloj de las locales corriendo en contra y con una propuesta en la que los congresistas perderían poder, la respuesta no es obvia.

Pero si Duque presenta una propuesta de reforma política en la que obliga a que haya listas cerradas para 2019, como ha dejado entrever, la apuesta por un partido renovado puede cosechar éxitos.

Marta Lucía Ramírez y Hernán Andrade
Silla Nacional
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Un pacto por la amazonía

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La deforestación en la Amazonía es un problema de todos. Así lo demostró la tutela interpuesta por 25 jóvenes de diferentes partes del país – 4 procedentes de la región amazónica-, quienes preocupados por el cambio climático decidieron unirse y hacer un llamado a la acción demandando sus derechos de gozar a futuro de un ambiente sano, vida y salud, potencialmente vulnerados por la deforestación.

En respuesta a la acción interpuesta por los jóvenes, la Corte Suprema de Justicia ordenó la celebración de un pacto intergeneracional, la creación de un plan de acción y la modificación de los planes de ordenamiento territorial de los municipios amazónicos para detener la deforestación.

Sucedió en Putumayo y Caquetá – 2 de los 5 departamentos con mayores tasas de deforestación en 2017- donde se dio inicio al diálogo regional para el reconocimiento de la Amazonía como sujeto de derechos en cumplimiento a la sentencia de la Corte.

En la primera fase de diálogos se identificó lo que significa la Amazonía para personas de diferentes procedencias y edades. Para unos, un tesoro que debe ser salvaguardado; para otros, una región de Colombia con una fuerte vocación ambiental, que tiene un proceso de poblamiento, ocupación y tenencia a donde llegaron comunidades huyendo de la violencia y buscando mejores oportunidades.

Durante los talleres, los jóvenes que viven en estos lugares tuvieron la oportunidad de conversar con los jóvenes que interpusieron la tutela sobre sus necesidades y expectativas.“Los interesados en la sentencia necesitan que conservemos la Amazonía, pero olvidan que quienes estamos allá también tenemos necesidades e intereses ", explicó uno de los asistentes. 

Los jóvenes pudieron ver y entender que los derechos de la Amazonía son también los de las comunidades que la habitan, que hoy reclaman una oportunidad para permanecer en esta región con la posibilidad de tener un proyecto de vida sostenible.

Los primeros resultados de estos diálogos indican que aún es necesario tener mayor claridad sobre quiénes deben participar en este pacto que manda la sentencia, cuál es la ruta para lograrlo y cuáles son los mecanismos de seguimiento. 

Además, es necesario convocar a los gobernadores, alcaldes y demás instituciones que deciden sobre el territorio. El éxito del pacto dependerá en gran medida de que logré echar raíces en los territorios y que responda al sentir de las comunidades que viven en ellos. 

El plan de acción que promueve la Corte para detener la deforestación en la Amazonía requiere un trabajo en los “núcleos de deforestación” construido con las comunidades que tienen voluntad de avanzar hacia prácticas más sostenibles, para que ellos mismos sean los veedores y protectores de esos territorios.

Para lograrlo, son muy importantes la creación de áreas protegidas y la promoción de estrategias complementarias de conservación y producción, así como el ejercicio de la autoridad de las instancias competentes, dirigido hacia los verdaderos deforestadores.También se requieren inversiones concretas y acuerdos donde las partes interesadas puedan construir opciones viables para la gente.

Llegar a estos acuerdos es factible en aquellos territorios que cuentan con comunidades organizadas alrededor de la conservación.Por ejemplo, en la frontera del Parque Nacional Natural Serranía de los Churumbelos y Alto Fragua Indi Wasi, 1000 hectáreas de selva son protegidas por 65 familias lideradas por mujeres que firmaron acuerdos de conservación para proteger la selva y tener una alternativa productiva sostenible.

Hace ocho años emprendieron un proyecto de producción de piña orgánica. Este último año, empezaron la construcción de un centro de transformación para la piña con el fin de producir mermeladas, néctares y todo lo que se pueda sacar de esa fruta.

Su idea es incrementar la ganancia que reciben y necesitan para el sostenimiento de sus familias y seguir conservando la selva en la que viven.Así como ellas, organizaciones campesinas de los Llanos del Yari, en Caquetá, y del Mecaya en Leguizamo, Putumayo están esperando concretar acuerdos de conservación e iniciar un proyecto que les permita reconvertir sus prácticas ganaderas hacia unas más sostenibles.

El nuevo gobierno tiene la oportunidad, por medio de este pacto, de ayudar a construir un gran acuerdo social para frenar la deforestación, vinculando a personas de diferentes generaciones, a entidades del orden nacional y local, y a varios de los sectores del desarrollo.

Y, de esa forma, cumplirle a todos los colombianos y a la comunidad internacional que creen que es posible promover un desarrollo sostenible acorde con el gran patrimonio natural de Colombia. Aún hay mucho que se puede hacer, pero lo más importante es que hay con quienes avanzar.

¿Mermelada?, sí, pero solo para el Centro Democrático

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El Presidente Iván Duque conformó su gabinete sin consultar a los partidos políticos, salvo al Presidente Fundador del Centro Democrático para cuatro o cinco de los nombramientos. Eso ha permitido que él y el uribismo proclamen a los cuatro vientos que se acabó la “mermelada” y que insistan ante los otros partidos con los que pretenden conformar la mayoría en el legislativo que hagan una curiosa coalición en la que los partidos que la conforman no tienen representación en el gobierno.

Los partidos liberal y conservador han aceptado esa regla y si Duque cumple lo que ha dicho estarán en la extraña situación de declararse partidos de gobierno sin estar en él. Los Partidos de la U y Cambio Radical no están muy seguros de aceptar esa propuesta que parece sacada de la mecánica cuántica que, como explica Richard Feynman, premio Nobel de Física, es “una dimensión en la que los objetos (los sujetos en éste caso) pueden estar en dos lugares diferentes o estar al mismo tiempo a tu derecha y a tu izquierda”.

Mientras tanto el Presidente electo ha tenido cuidado de darle señales claras a los miembros de la bancada parlamentaria de su partido que ellos sí tendrán suficiente “mermelada” para participar con ventaja en los eventos electorales del año entrante y buscar su reelección dentro de cuatro años.

El ex senador Musa Besaile, preso entre otras precisamente por consumir lo que el Fiscal General ha llamado “mermelada tóxica”, identificó un conjunto de entidades en las que se reparte el dulce, dentro de ellas claro que no están los Ministerios, sino aquellas que tienen mucho presupuesto y relación cercana con los beneficiarios de los programas. Pues para dirigir esas entidades solo se ha anunciado un nombramiento que recayó en una ex senadora del Centro Democrático, que no tiene ningún conocimiento de las políticas públicas que se ejecutan en esa entidad, donde se administra, Familias en acción, el programa por excelencia que usó el uribismo para ayudarse en elecciones anteriores, entre otras la de 2010 para ayudar a la elección de Santos.

Duque también anunció quién será la persona que desde la Casa de Nariño estará encargada de las relaciones políticas, es decir, quién maneja el llamado “computador de Palacio”, donde se consigna cómo va la distribución de la “mermelada”. Pues será otro ex senador del Centro Democrático.

Los medios aplauden la conformación del gabinete, que es en general muy bueno a pesar de no ser tan joven ni diverso como lo prometieron, y dicen que tiene la gran ventaja de que no se consultó con los partidos políticos, pero omiten el dato obvio de que las carteras que el ex presidente Álvaro Uribe considera claves -interior, defensa, etc- sí se consultaron con él y serán ocupadas por personas de su entera confianza.

Se ha sabido que a varios de los viceministerios llegarán personas que han estado en la política activa. Aunque no se confirma, en los corrillos dan por segura la designación como Viceministro de Defensa de un concejal de Bogotá del Centro Democrático; en el Viceministerio del interior nombrarán a una persona que trabajó en la UTL de Uribe y seguramente un largo etcétera.

Que del gobierno formen parte políticos activos, militantes del Partido del Presidente me ha parecido obvio. En Colombia, en cambio, se ha vendido la idea de que es perverso e insólito, que no ocurre sino en un país tomado por la corrupción. Claro que no, en los países europeos, en los Estados Unidos y en general en las democracias más avanzadas al ejecutivo llegan políticos activos militantes del Partido de gobierno.

En los análisis académicos y en los medios se hace siempre la distinción entre técnicos y políticos para connotar que los primeros son buenos y los segundos son al menos sospechosos. Duque usó ese lenguaje en la campaña y es lo que quiere señalar cada vez que anuncia que se “acabó la mermelada”.

Parece que el Presidente electo tiene intención de mantener esa regla mientras pueda, salvo con su Partido. Eso es lo que han hecho otros Presidentes en el pasado. Así lo tuvieron que hacer Barco, Gaviria y Samper a pesar de que su Partido, el Liberal, tenía la mayoría absoluta en el legislativo.

Siempre el primer problema político que tiene el Presidente es mantener tranquilo y unido a su propio Partido. Duque tiene un desafío fuerte, dado que tiene una línea moderada que no parece ser la que prefiere la mayoría de su bancada y por eso le toca mantener un doble discurso. Ayer en las reuniones con las bancadas les dijo a los uribistas que la prioridad era cambiar el acuerdo con las Farc y a los liberales los tranquilizó diciendo que esperaría las decisiones de la Corte Constitucional. A los primeros les dijo que claro que en el gobierno estarían personas reconocidas militantes del Partido y a los segundos les insistió que no esperaran representación en el gobierno.

Para los conservadores usó la misma fórmula de Santos que fue decirles que la chequera estaba en sus manos y por eso les recalcó que el Ministro de Hacienda es conservador y les pidió que lo “valoraran” como tal.

Los políticos siempre están a la espera de porciones de poder que puedan usar para influir en las próximas elecciones, a veces están dispuestos a aceptar que no se las den, con una sola condición, que no le den a ninguno otro, falta ver cuánto tiempo van a aceptar los miembros de otros partidos distintos al Centro Democrático que los de ese Partido llenen la nómina oficial, mientras a los demás les ofrecen un gobierno “sin mermelada”.

 

Opinión
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Sobre Uribe no se me ocurre nada

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“Sobre Hitler no se me ocurre nada”, dijo el escritor austríaco Karl Kraus en 1933, el mismo año en que Hitler fue nombrado canciller de Alemania y alguien incendió el Reichstag, el edificio donde funcionaba el parlamento alemán, un fuego que sirvió de gasolina para que el partido Nacional Socialista acelerara la marcha de su aplanadora política, aplacara a la oposición y suspendiera las garantías de la constitución. La sentencia ha sido minimizada como un lacónico aforismo propio del carácter irónico del escritor austríaco.

Kraus publicó en Viena durante 36 años su propia revista, La Antorcha. En sus primeros años la publicación contó con colaboradores, pero de 1911 en adelante Kraus la publicó por su cuenta, número tras número, hasta llegar a 922 ediciones. En 1936, La Antorcha se apagó con él.

El escritor Rafael Gutiérrez Girardot, en su ensayo Karl Kraus y el lenguaje como sátira, pone en contexto la frase de Kraus y se la toma en serio. Gutiérrez Girardot reúne la frase con el texto original que publicó Kraus en un número especial que el satirista publicó en reacción a la visión ominosa que traslucían los huevos de las serpientes del fascismo. Dijo Kraus:

«Sobre Hitler no se me ocurre nada. (…) Tengo conciencia de que con este resultado de larga meditación y diversos intentos de captar el acontecimiento y la fuerza que lo mueve, me he quedado considerablemente atrás de las expectaciones. Pues estas fueron tal vez más altamente tensas que nunca ante el polemista de la época, de quien un malentendido popular pide la hazaña que se llama toma de posición… Me siento aturdido y cuando, antes de estarlo, no quisiera bastarme con parecer tan atónito como lo estoy, obedezco a la presión de dar cuenta sobre un fracaso, aclaración sobre la situación a la que me ha llevado una tan plena subversión en el ámbito de la lengua alemana; de dar cuenta sobre la atonía personal durante el despertar de una nación y el establecimiento de una dictadura que hoy lo domina todo, excepto el lenguaje».

En Colombia, por estos minutos, por estos días, por estos años, por estas décadas, evitar hacer una referencia directa a Álvaro Uribe se interpreta como una muestra de indiferencia. «No se puede ser indiferente», se nos dice una y otra vez. El silencio de una persona no se debe mirar únicamente desde la óptica de una falta de compromiso, el silencio hace un contrapeso a esa «hazaña que se llama toma de posición».

Gutiérrez Girardot insiste con este ejemplo en que a Karl Kraus no lo sedujo la urgencia de opinión del momento, esa incontinencia de efusividad crítica que hace que el lenguaje funcione con el mismo ritmo de pensamiento que genera una nota informativa en los medios de comunicación o que impulsa el mismo político cuestionado, el editor del medio o el poder detrás del medio que manipula y programa a su antojo la agenda mental del estado de opinión. “Propaganda, propaganda, propaganda. Lo que importa es la propaganda”, afirmó el joven Hitler como lección aprendida tras el fallido golpe de estado de 1923. “Hacen daño los compañeros que no cuidan las comunicaciones”, afirmó Álvaro Uribe cuando uno de sus cómplices, ebrio de triunfalismo, reveló autosatisfecho el plan de propaganda que le permitió al uribismo una nueva vida política con el triunfo el “No” en el plebiscito sobre los acuerdos de paz en 2016.

La «atonía» de Kraus, su cansancio, su purga temporal, se debe al malestar que produce poner a la par el lenguaje —o el arte— a la actualidad periodística. Al saltarse cualquier noción de distancia, lentitud, maduración o perspectiva, quedan unidas las obras del satirista —o del artista— al objeto de su ataque.

¿Qué opinar sobre Uribe? Nada.

Hilos temáticos: 

“Santos se parece a los héroes trágicos de Shakespeare”: María Jimena Duzán

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La periodista y columnista de la revista Semana María Jimena Duzán acaba de publicar un libro titulado “Santos”, que más que una biografía política es una de las historias más completas sobre cómo se vivió la negociación de paz.

Su libro, muy bien escrito, narra entre otras cosas cómo vivió la familia presidencial en Palacio el triunfo del No, la presión de última hora de los militares a Santos la noche antes de la firma del acuerdo de paz en el Colón, la relación con los negociadores de la guerrilla y  la soledad en la que quedó Santos al final de su mandato.

Aprovechando el conocimiento que le dio ver desde las entrañas de la negociación y de la Casa de Nariño al Presidente que deja pasado mañana el poder, La Silla Vacía la entrevistó sobre su libro.

La Silla Vacía: Su libro más que sobre Santos es realmente sobre el proceso de paz. ¿Fue esa su intención desde un inicio?

María Jimena Duzán: Cuando empecé, la idea era escribir sobre el proceso de paz. Pero cuando perdió el plebiscito, el libro se me habanó, perdí la historia y ahí fue cuando me llamó mi agente y me dijo, con la perspectiva de que se había ganado el premio Nobel, que hiciera un libro sobre él.  Decidí hacerlo porque Santos fue la auriga de este Acuerdo y era una buena forma de explicar lo que pasó en el proceso de paz. El libro es una mezcla de las dos cosas.

LSV:Usted utiliza el episodio del plebiscito como eje del libro. ¿Por qué?

Duzán: Porque me parece que el plebiscito es el comienzo de los errores de Santos en una cosa que venía siendo una cascada de éxitos tras lograr un acuerdo histórico que nunca habíamos tenido en Colombia. Es el error más grande que pone en juego todo por lo que había luchado. También quería mostrar lo que pasó después. Esa pérdida le quitó y le siguió restando legitimidad al proceso y muchos de los tradicionales aliados lo abandonaron después del plebiscito: los empresarios, los grupos políticos. Es un punto de quiebre que me permitía poder describir ese personaje tan políticamente complejo como es Juan Manuel Santos.

LSV: Usted habla de él como un personaje sacado de una tragedia shakesperiana

Duzán: Sí. Es que Santos se parece a los héroes de Shakespeare que llegan a la cumbre muy rápido y terminan cayendo de esa cumbre no tanto por lo que les hacen los enemigos sino por los errores de criterio de sí mismo. Sus propios problemas con su mundo interior los hacen caer y Santos tiene mucho de eso.

LSV: ¿En qué sentido?

Duzán: Tuvo la grandeza de entender un momento y la fortaleza de hacer un Acuerdo, que más que la desmovilización de las Farc es casi una propuesta de nuevo país. Pero pecó de ingenuo, por querer abarcarlo todo, por no entender bien cuál era la jugada, y asumir el riesgo de poner todo en riesgo con el plebiscito. Una de las grandes inquietudes que no resuelvo en el libro es cómo es que Santos, que todo lo sabe, nunca pensó que lo iba a perder.

LSV: Quizás parte del problema es lo que usted menciona en su libro, el hecho de que Santos vio el plebiscito como una forma de infligirle una derrota definitiva a Uribe.

Duzán: Santos necesitaba que el pueblo legitimara un Acuerdo, que tiene una cantidad de reformas que necesitaban consensos. Pero también pensó que era su manera de acabar en la arena política a Uribe y ahí se equivocó. Sucedió lo contrario. Le dio el fuelle que necesitaba Uribe para sobrevivir. Santos es un estratega tan hábil que haló los hilos para sacar el Acuerdo pero que en el momento de la decisión final cometió el error más grande con una mala visión estratégica. Me sorprendió eso.

LSV: Lo retrata como un hombre que terminó refugiado en su familia…

Duzán: El poder no solo lo fue aislando sino que se fue quedando solo: los amigos del Country Club ya no le devolvían las llamadas, lo consideraban un castrochavista y él nunca se imaginó que le iba a pasar. Pensó que ser de centro derecha, mimado por el FMI, reconocido por su trayectoria lo iba a proteger. Es un personaje trágico.

LSV: ¿Es injusto pensar que todo lo hizo por ganar el Nobel de Paz?

Duzán: Yo pensaba antes que prácticamente había cambiado mucho el ritmo de la negociación para llegar con el Acuerdo a la fecha que se anunciaba el Nobel de Paz. Pero hoy viendo lo que pasó, creo que él hizo en el momento que tuvo que hacerlo los cambios para que saliera lo más pronto posible. ¿Qué coincidió con el Nobel? Sí. ¿Qué él aspiraraba el Nobel? Sí. Yo le hice la pregunta, y me dijo, ‘tengo mi corazoncito’. Pero estoy convencida de que el país no podía con una negociación más larga.

LSV: Usted cuenta que cuando la negociación del punto de justicia estaba estancado, Álvaro Leyva, asesor de las Farc en ese momento, le dijo al Presidente que él era capaz de sacar adelante ese acuerdo de justicia en un mes. ¿Cree que la justicia transicional se hizo a la medida de la guerrilla?

Duzán: No. Fue una propuesta consensuada que no era la anterior que había propuesto Sergio Jaramillo ante el Congreso, que era el Marco Jurídico para la Paz, pero no fue impuesta por las Farc. La tesis que había era que el Acuerdo debía buscar el cierre del conflicto y no solo la desmovilización de las Farc y no solo para reparar las víctimas de las Farc, sino del Estado y los paramilitares. Eso no era tan explícito en el Marco para la Paz. El Presidente hace una mesa alterna y trae expertos y entre ellos hacen las primeras aproximaciones.

LSV: Pero ese fue justo el punto por el que se perdió el plebiscito. ¿No habría sido mejor insistir en que pagaran pena de reclusión?

Duzán: No habría sido posible porque ninguna guerrilla firma nada si tienen que ir a la cárcel y no pueden hacer política. Se había pactado que las Farc entregaban las armas a cambio de que les permitieran entrar a la política y dijeran la verdad. No era a cambio de nada que iban a dejar las armas. Santos lo explica muy bien en el libro cuando dice que era en lo único que no podía ceder cuando la negociación con los del No.

Se olvida que el No participó en arduas negociaciones que están descritas en el libro, y que son las más interesantes. Es una lástima que no haya salido humo blanco porque el Acuerdo mejoró muchísimo.

LSV: En el capítulo sobre los militares menciona un episodio que no salió a la luz pública y que ocurrió un día antes de la firma del Colón. ¿Qué sucedió ese día?

Duzán: Como lo cuento en el libro, el día antes de la firma del Colón los militares prácticamente llamaron a Santos en una situación muy delicada para decirle que estaban molestos porque había alterado lo que se había negociado con ellos durante las negociaciones del Colón con los del No. Y resulta que sí hubo un acápite pequeño, una decisión de Sergio Jaramillo, de poner una frase que no fue negociada con los militares. Casi produce uno de los momentos más delicados que fue aprovechado para poner contra la pared al Presidente, y para exigirle más cosas, algunas vergonzosas que tenían que ver con los falsos positivos.

Alegaban que los militares que se hubiesen enriquecido durante su ejercicio deberían poder ir a la JEP también. Yesid Reyes, Jaramillo y el Presidente, dicen qué es eso. Intentaron arrinconar al Presidente. Él no cedió en eso pero sí en el artículo 28 que tenía que ver con la responsabilidad de mando. El tema problemático son los falsos positivos. La negociación fue muy difícil, la JEP la querían los militares y los militares son los primeros que la necesitaban. Todos los militares con los que hablé, sobre todo los de los falsos positivos, quieren la Jep. Solo se oponen los oficiales retirados que no tienen que ver con falsos positivos.

LSV: Después de seguirlo cuatro años, ¿cómo definiría a Santos?

Duzán: Es un hombre pragmático, pero un estratega. Él pensó ésto de la paz con mucha antelación, lo tenía muy afinado en todos los aspectos, en lo internacional, en el interno. Es un gran estratega en la paz. No tiembla para tomar las decisiones más complicadas, las asume, como haber ordenado la operación contra Alfonso Cano cuando arrancaban las negociaciones hipersecretas.

Teniendo un talante difícil con la gente, la gente dice que tiene una forma muy difícil de detentar el poder, es una persona muy profesional en mantener las distancias, impenetrable. Es muy tímido. Pero por el otro lado, Santos es una persona que hay que reconocerle que es audaz y más valiente que muchos otros presidentes y que no le importó que lo odiaran. Eso me impresiona a mí.

Hice un libro con Uribe, que tiene un liderazgo impresionante y a Uribe es fácil describirlo. Con Santos es mucho más difícil pero es más interesante porque no es un tipo convencional.

LSV: ¿Es tan megalómano como dicen?

Duzán: En la medida en que se fue quedando solo, esa prepotencia que siempre tuvo antes de llegar al poder fue cambiando en desconcierto, en soledad, y al final no entendía muy bien por qué le estaba pasando lo que le estaba pasando. El poder le dio muy duro: nunca se imaginó que Uribe iba a ser un enemigo tan duro.

Lo volvió una figura más frágil.

En una de esas varias reuniones, le pregunto qué siente de que cada vez baje más en las encuestas. ‘Ya me acostumbré’, me dijo. No creo. Le ha costado ver esa incongruencia, no la entiende. Eso hace tan interesante y complejo el personaje. Santos tiene una faceta que no le conocía, y es que es un ingenuo.

LSV: ¿Ingenuo?

Duzán: Nombra personas como Germán Vargas, creyendo que era un coequipero en la paz y apenas volteaba la cabeza, Vargas le hacía cosas en el Congreso contra el Acuerdo. ¿Cómo explica uno eso?

LSV: Sobre todo, que a pesar de eso lo apoyara luego como candidato presidencial

Duzán: A Santos le cuesta trabajo dejar de creer en las personas en las que algunas veces creyó. Las últimas veces lo veía cada vez más solo, se refugió en su familia.

LSV: ¿Después del plebiscito, cree que a Santos le dejó de importar la implementación?

Duzán: La implementación fue uno de los grandes errores. Comete un error quitándole los dientes a la oficina de Sergio Jaramillo que tiene el know how de la implementación y se la pasa a una persona que no tenía la concepción del Acuerdo en la cabeza. Comenzó mal porque no tenía doliente.Lo delegó y las personas que lo asumieron le decían unas cosas a él que no ocurrían. Se perdió ahí a Jaramillo, que sí le dolía la implementación y habría sido un gran arquitecto de la implementación como lo fue de la paz. En las peleas internas de Palacio quedó sin atribuciones y es una pérdida para el país.

LSV: ¿Cree como Santos que la Historia va a ser más benevolente con él que las encuestas?

Duzán: Sí creo. Siempre me decía en las 10 o 12 reuniones que tuvimos ‘voy a salir con las encuestas en alto’. Yo le decía, ‘no puede ser’ y vea, está subiendo.

LSV: Puede ser el resultado del optimismo de los colombianos porque llega un nuevo presidente.

Duzán: Si fuera eso, no tendría que afectar a Santos. Yo sí creo que la Historia lo va a reconocer y en muy alta estima porque lo que él hizo la gente no lo entiende. El Acuerdo no es solo una desmovilización de las Farc sino una especie de cobro de cuenta de una serie de reformas que no se han hecho.

LSV: ¿Como cuál?

Duzán: La reforma rural. Un catastro que no se moderniza en 30 años, la reforma política, finalmente hace un estatuto de la oposición que está pendiente desde el 91. Tiene que ver con reformas aplazadas, que el Establecimiento no ha querido hacer. Se rompe ese círculo, y el Acuerdo actúa como un disruptor del sistema político imperante y muestra las flaquezas del sistema.

LSV: ¿Por ejemplo?

Duzán: El Partido Liberal no existe; la U es una falacia; el Partido Conservador quedó en su plata blanca. En cambio, surgen nuevos partidos como el Centro Democrático, el Partido Verde, el movimiento de Petro. Hay unas nuevas ventanas que cambian el escenario político, y eso es una buena noticia. Eso hacen los acuerdos. Tienen un efecto disruptor, rompen lo que está desajustado, y fortalecen lo que va bien. Se abre un camino nuevo.

LSV: Cambiando un poco de tema, usted habla bastante en su libro de Enrique Santos. ¿Cómo marcó esa relación al Presidente?

Duzán: Lo planteó en el libro: Juan Manuel fue objeto de una especie de bullying porque Enrique, con esa manera sardónica de ver la vida y de concebir el poder y ese cinismo que lo hace tan especial desde lo periodístico, siempre se burlaba de que Juan Manuel quisiera ser presidente. Creía que tenían mucho más poder siendo dueños del periódico más importante del país. 

La paradoja es que Juan Manuel Santos llegó al poder y plantea un camino diferente: cambiar el destino del país que era finalizar esta guerra y eso le sorprendió a Enrique. Mucha gente dice que Juan Manuel fue manejado por Enrique. Es falso. Fue Juan Manuel venía de hacer la guerra con Sergio y estaban convencidos de que el camino que había era hacer un acuerdo de paz.

Enrique entra después y lo cuenta el libro. Él empezó a ver que cambiaba su discurso, se sorprendió cuando lo llamó y oyó que tenía ganas de hacer las cosas y fue ahí cuando Enrique empezó a entrar. Fue afortunado ese enlace de los dos hermanos. En un momento fue clave para crear confianza con las Farc en la parte secreta, fue muy atinado meterlo. La fase de negociación secreta fue la más importante, ahí se definió el acuerdo y la confianza de las partes.

 

LSV: ¿Le cayó bien Santos?

Duzán: A Santos lo conozco hace muchos años y aunque tuve mis problemas cuando era dueño de El Tiempo, y él me respondió en una columna diciendo que era ‘una prostituta de la información’ porque había escrito en contra de uno de sus protegidos que era un fiscal del Valle, que terminó capturado a los tres días, cuando empecé a ir a La Habana descubrí un Santos que nunca había visto. Un Santos que no solo quería pasar a la Historia porque sí, sino parar una guerra, y me pareció que era una de las mejores noticias que le podían dar a un colombiano. Tenía todo planeado antes de llegar. Eso lo tengo claro.

LSV: ¿Sabía que iba a traicionar a Uribe?

Duzán: Santos tenía claro que no podía ser sino el presidente. No tenía otra. Y Duque tiene que hacer lo mismo. No puede ser manejado por otro.

LSV: ¿A qué le atribuye el que hubiera parecido siempre tan desconectado de la gente?

Duzán: Creo que es un hombre tímido y le tocó enfrentar con esa timidez al líder más importante de Colombia en los últimos 30 años que es Uribe. Y le tocó enfrentarlo durante ocho años. No es una cosa menor. Y encima, hizo un proceso de paz, paró una guerra. Tiene ese problema que no pudo nunca conectarse con la gente. Pero, además, es que es un ser muy complejo políticamente. Es indefinible, entrar y abordarlo es toda una aventura, es indescifrable. Pero desistí de intentar descifrarlo porque era muy difícil y decidí juzgarlo por lo que logró y por lo que no logró. Él hizo lo que creía que tenía que hacer, no tenía ningún índice de popularidad y terminó haciéndolo. ¿Quién le va a quitar eso? Nadie se lo va a quitar.

LSV: ¿Queda mejor el país tras él?

Duzán: Este país es mejor hoy que hace ocho años. Nos deja un país nuevo, redujo la pobreza, unió las regiones con la periferia. Pero así como le reconozco eso, tuvo un problema muy serio y es que nos dejó un país dividido por el plebiscito. Ahora toca reconstruir la paz. Reconciliarnos.

LSV: ¿Tiene fe en que Duque lo logre?

Duzán: Si Duque no entiende que es un país en transición vamos a perder la oportunidad que nos dio haber parado una guerra de 54 años. Ojalá que Duque entienda que más allá de esas peleas entre Uribe y Santos, hay un país en transición que está buscando salir a otro lado, con otras realidades sociales, y que no puede echar para atrás. Y si lo echa para atrás, nos va a costar trabajo y sangre.

Su problema es que tiene en su yugular a Álvaro Uribe, que quiere que reconozcamos que no hubo conflicto y que para qué reparar las tierras a la gente. Estoy muy optimista que no se va a devolver. Puede que me equivoque pero tenemos la ventaja de que ya no será la paz de Santos.

LSV: Usted se ha vuelto con el tiempo más activista como periodista. ¿Fue una decisión consciente?

Duzán: Fue una decisión consciente. Primero, porque soy víctima del conflicto, y cuando empecé a ver lo que estaba pasando en La Habana y ver que sí iba a cuajar pensé: si vamos a parar una guerra que tanto nos ha traumatizado, que a mí me cambió tanto, cómo no voy a tratar de mirarlo bien. Yo no soy santista, pero me parece importante mostrar qué pasó. No hay neutralidad, es la guerra o la paz.

Un amigo me dijo 'la perdimos como periodista', pero uno tiene que saber qué momento histórico es realmente un momento importante. Aprender a detectar cuando está cambiando el país. Yo sentí que el país tiene que recordar este momento clave y lo tenía que reportear. Coincide que soy víctima y eso no lo puedo cambiar. Lo que escribo viene de adentro.

Silla Nacional
Juan Manuel Santos Calderón

Juan Manuel Santos Calderón

Presidente de la República

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Las cuatro patas de La Silla:

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Resumen: 

Estas son las historias de La Silla Vacía para arrancar el día:

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“Santos se parece a los héroes trágicos de Shakespeare”: María Jimena Duzán
El precio de vivir en el Catatumbo en medio de la guerra entre guerrillas
La sentencia de muerte que ronda a los líderes de Buenos Aires
En el Bajo Cauca hay que ser ciego, sordo y mudo
La mayoría de congresistas sabe algo, pero no mucho, sobre su comisión

Santos: un modernizador que no se hizo querer

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A lo largo de sus ochos años de mandato, Juan Manuel Santos cambió varias veces de mensaje de gobierno. Pero con el que se identificó durante más tiempo lo anunció en 2013: “Un país justo, moderno y seguro” prometió para el final de su mandato.  Cinco años después, y a pocas horas de dejar la Casa de Nariño, puede decirse que cumplió y que deja un país más justo, moderno y seguro, lo cual se refleja en transformaciones estructurales y visibles como el haber logrado el desarme de la guerrilla más letal que tenía Colombia o haber reducido la pobreza a la mitad y en otras menos notorias como el cambio de modelo en las concesiones viales o en la política de precios de medicamentos.

Pero los rasgos de carácter y la debilidad de su liderazgo que refleja el mismo hecho de pensar que era una buena idea que el slogan correspondiera a las siglas de su nombre (JMS) dejan un país mucho más dividido y varios de sus logros, aún frágiles, en riesgo de no consolidarse.

Modernizó al país

Quizás el cambio más estructural con el que Santos pensó lograr un país más seguro, justo y moderno fue con el Acuerdo de la Habana.

Logró que más de 7 mil excombatientes de las Farc dejaran las armas luego de una difícil negociación de cuatro años que le costó popularidad, pero que tuvo como resultado, según la Fundación Ideas para la Paz, FIP, la reducción histórica en homicidios hasta el año pasado, con una tasa de 24,3 por cien mil habitantes, la más baja en 41 años (aunque en 2018 va en aumento).

El 2017 también cerró con sus mínimos históricos las cifras de desplazamiento, masacres, actos de terrorismo o víctimas de minas antipersonal aunque este año también están volviendo a subir.  El único indicador de seguridad que empeoró en estos 8 años fue la extorsión, que pasó de 1532 casos en 2010 a 5532 casos el año pasado.

El eje del Acuerdo era construir una democracia de abajo hacia arriba en la que sectores históricamente excluidos dejaran de sentirse ciudadanos de segunda y pudieran tener una representación política.

Ese elemento del Acuerdo, que le apuntaba a desconcentrar el poder de las élites tradicionales, hizo que se empoderaran organizaciones indígenas, afro y campesinas y bases de las Farc como los cocaleros, que hoy ven el Acuerdo como su nueva Constitución así se hayan concretado solo algunos de sus beneficios todavía y que en las pasadas elecciones se movilizaron políticamente como no lo habían hecho hacía décadas.

Y en esa lógica de abajo hacia arriba, la gran apuesta del Acuerdo fue llevar Estado donde las Farc mandaron con sus armas, para lo cual Santos transformó por un lado la doctrina militar para que la Fuerza Pública copara esos espacios, y por otro, se inventó una institucionalidad nueva para el campo como la Agencia de Renovación del Territorio, encargada de aterrizar los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, Pdets, en 170 municipios, para que esas regiones rezagadas comenzaran a salir del atraso, y la Agencia de Tierras, entre otras.

Pero ese cambio del Ejército no ha contrarrestado las dinámicas de violencia en los territorios porque los homicidios están justamente disparados este año en los municipios priorizados: hay 17 disidencias de las Farc regadas por el país, sin contar al ELN, el EPL y el Clan del Golfo, y los Pdets todavía no son una realidad.

A eso se suma que la implementación del Acuerdo, como lo ha contado La Silla, ha sido lenta y en algunos aspectos un fracaso.

Dos años después de firmada la paz, los proyectos productivos no despegan en los espacios de capacitación, se hundieron las curules para las víctimas en el Congreso, la sustitución de la coca no ha traído menos coca y la Jurisdicción Especial de Paz arrancó a funcionar en forma hasta hace un mes al llamar al secretariado de las Farc y en medio de escándalos burocráticos que la restaron legitimidad.

Santos no trajo la paz, ni hay paz en los territorios tras la firma del Acuerdo de la Habana. Pero haber desactivado la guerrilla de las Farc, cuya naturaleza de ser un ejército financiado por el narcotráfico y con ideología política la hacía doblemente peligrosa, es un paso significativo para integrar al país que estaba bajo su yugo.

Cambió el modelo de hacer las cosas

Parte de la modernización del país que promovió Santos se reflejó en los cambios que hizo el Gobierno en la manera de gestionar obras y recursos.

Para lograr reducir la desigualdad, el Gobierno hizo en 2011 una reforma a las regalías, que en palabras de Juan Carlos Echeverry, entonces ministro de Hacienda, era “repartir la mermelada por toda la tostada”.

La idea era distribuir el dinero que recibe la Nación por la explotación de recursos como el petróleo, el carbón y el oro en todo el país, y no solamente entre los municipios productores.

Antes de la reforma los municipios productores recibían 80 por ciento de las regalías y solo 17 por ciento se distribuía en el resto del país; hoy 70 por ciento de las regalías se reparten en todo el territorio.

Para asignar esas regalías, el Gobierno creó un sistema colegiado (los Ocad) para tomar decisiones de manera técnica y transparente sobre cómo gastar los recursos, un sistema que como ha contado La Silla, está lejos de funcionar óptimamente, pero que según el DNP, permitió reducir la desigualdad en los municipios.

En infraestructura la película es parecida.

Aunque la respuesta a la pregunta de si Santos dejó un país más conectado y más competitivo solo se sabrá en algunos años cuando Iván Duque o sus sucesores corten las cintas de los grandes proyectos que dejó en marcha, sí es un hecho que el gobierno de Santos creó un andamiaje legal e institucional moderno para poner en marcha las grandes obras.

Más allá de las obras que dejó listas y que se ven, entre otros ejemplos, en puertos y aeropuertos intervenidos (91 terminales aéreas), en el Viaducto de la Ciénaga de la Virgen en Cartagena que inauguró hace unas semanas y en los tramos de las 4G que ya se entregaron y que han reducido los tiempos de transporte, la modernización del sector se nota en el modelo de concesión que puso a andar.

A la cabeza del Ministerio de Transporte y de la Agencia Nacional de Infraestructura, ANI, se creó un Plan Maestro que marca la pauta de los proyectos que se necesitan en las próximas décadas para conectar al país.

Se estructuraron los proyectos antes de adjudicarlos para que cumplieran con las necesidades técnicas y fueran viables financieramente, se implementó el modelo de pago contra entrega con lo que se redujeron los riesgos para el Estado de que los privados no cumplieran y se incentivó a que terminaran más rápido las obras.

También se promovió la inversión extranjera.

Es todo un cambio de modelo que moderniza lo que hasta hace relativamente poco era un fortín político y que facilita a futuro la ejecución de obras públicas.

En salud, bajo la batuta del ministro Alejandro Gaviria, se modernizó el mecanismo para la exclusión de medicamentos del Plan Obligatorio de Salud y se le dio un revolcón a la política farmacéutica nacional y de regulación de precios de medicamentos, como lo explica en este artículo de La Silla Llena el experto Johnattan García.

 

Un país más justo (con poca justicia)

Pese a las mil injusticias que aún abundan y a los problemas estructurales de la justicia que tras las reformas fallidas de Santos y el fiasco del ministerio de Justicia aún existen, este gobierno también ayudó a que Colombia sea hoy un país más justo que hace ocho años.

El logro más contundente en materia de justicia social, que pasó más de agache frente a la paz, fue que su gobierno sacó a 5.3 millones de colombianos de la pobreza a pesar de la

caída del precio del petróleo, crisis en Venezuela, fenómeno de El Niño y fenómeno de la Niña. No solo eso.  En los últimos 8 años la estructura de las clases sociales cambió.

Desde 2014, según las cifras del Departamento Nacional de Planeación, DNP, la población de clase media es superior a la de los pobres y esta es una tendencia que se ha mantenido en los últimos tres años.

“Colombia logró algo impresionante, avanzó en la reducción de la pobreza en un escenario difícil económicamente y sin un aumento significativo en el desempleo”, dijo a La Silla el rector de la Universidad del Norte, Adolfo Meisel Roca.

Santos hizo ajustes que modernizaron al país en temas macroeconómicos, pero se quedó corto en otros que eran estratégicos para un tema tan clave en su visión de un país moderno, como la innovación y la competitividad.

En términos macro, a Santos y en particular a sus ministros de Hacienda, Echeverri y Cárdenas, les reconocen el haber creado una regla fiscal que obligó al Estado a controlar su déficit fiscal, es decir controlar el gasto y la deuda.

Esto es importante porque le dio a Colombia el estatus de país serio con relación a su política económica, aunque también generó críticas porque le puso límites al gasto del Gobierno en una época de crisis en la que la inversión pública pudo haber ayudado más a que la economía creciera.

Otra de las reformas económicas que tuvo un impacto positivo en la economía fue el recorte de los aportes parafiscales sobre la nómina. Análisis de Anif, Fedesarrollo y Banco de la República coinciden en que esta reforma contribuyó a reducir la informalidad en el empleo.

Pero quizás a largo plazo lo que más contribuirá a la modernización del país sea el ingreso de Colombia a la Ocde, una iniciativa que arrancó en el gobierno de Uribe por la obsesión del entonces embajador en París Fernando Cepeda.  La entrada a ese ‘club de países ricos’ obliga al país a ir periódicamente a este foro a presentar las políticas públicas, lo que se convierte en un control de calidad importante.

Estos avances en lo económico, sin embargo, también son frágiles.

Como explica el decano de economía de la Universidad del Rosario, Carlos Sepúlveda, la economía de Colombia tiene bajos niveles de productividad y eso hace que sea muy vulnerable a choques como caídas de precio internacional del carbón y el petróleo.

Una conclusión similar trae el último informe del Consejo Privado de Competitividad.  De hecho entre 2010 y 2017, Colombia perdió 8 puestos en el índice del Anuario de Competitividad del Institute for Management Development (IMD), perdió 16 puestos en el índice del Doing Business del Banco Mundial, que mide la facilidad para hacer negocios; aunque ganó dos puestos en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico mundial.

Uno de sus grandes lunares en cuanto a modernización del país se refiere es que nunca logró consolidar una de las locomotoras de su primer gobierno: la innovación y la tecnología.

Si bien es cierto que el país aumentó su cobertura de teléfonos móviles, de internet y de computadores por estudiante y en la implementación de la televisión digital y la construcción de diez cables submarinos, cuatro expertos del tema consultados coinciden en que en esta administración quedó debiendo la unificación de los reguladores del sector y en infraestructura.

“El sector avanzó en ocho años, por la dinámica del mercado, pero debió haber avanzado más, comparado con nuestros vecinos hay una brecha digital”, dice el presidente de la Cámara Colombiana de la Informática y las Telecomunicaciones, Alberto Yohai.

Le faltó microgerencia

Pese a que Santos fue un presidente liberal y transformador en muchos aspectos, su estilo de liderazgo que consistió en delegar la mayoría de temas sin tirar una linea clara y en generar divisiones en su equipo para promover la competencia dificultó el aterrizaje de varios de sus logros.

Un ejemplo de la descoordinación que se vio en varios casos es que mientras en una reunión con empresarios del sector petrolero el presidente Santos les aseguraba que era posible hacer fracking, y que el Ministerio de Ambiente tenía que agilizar los estudios de las licencias ambientales para exploración, en público el jefe de la cartera, Luis Gilberto Murillo, decía que el país no estaba preparado para esta tecnología.

Esto se notó también en varias peleas entre miembros del Gabinete, como la discusión pública entre el entonces vicepresidente Germán Vargas Lleras y el Ministro de Hacienda por un artículo que quitaba una exención tributaria para los proyectos de viviendas gratis ), o el debate entre el exministro de defensa Juan Carlos Pinzón y el ministro de salud Alejandro Gaviria por la fumigación con glifosato o entre Pinzón y Sergio Jaramillo, el alto Comisionado de Paz.

“No supo liderar su equipo y eso se nota. Cada ministro por su lado en un sálvese quien pueda”, dijo un ex subalterno suyo.

En el posconflicto, que era su gran bandera, la descoordinación también era evidente entre la Oficina del Alto Comisionado, la Consejería para el Posconflicto, el Ministerio de Defensa y la Vicepresidencia.

Donde más se notó fue con la coca, uno de los mayores desastres de su gobierno. Como lo contó varias veces La Silla, el ministerio de Defensa erradicaba a la fuerza en sitios donde la Oficina de Drogas que dependía de Presidencia había firmado acuerdos de sustitución, como pasó en Tumaco.

 

En el caso de de la infraestructura Santos encontró en su vicepresidente, Germán Vargas, al microgerente que le faltaba.

Vargas puso a andar los proyectos 4G, dinamizó los cronogramas, casó pelea con el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas para garantizar la financiación, impulsó la venta de Isagén (que significó la entrada de 5,8 billones para financiar las vías) y se reunió todos los lunes con los ministros y funcionarios que tuvieran que ver con infraestructura: el director de la ANI, la Anla (encargada de darle las licencias ambientales a los proyectos), el encargado de la consulta previa, entre otros. Y lo que no podía resolver con ellos se encargaba de solucionarlo él.

“Eso hacía que todo fuera eficiente, porque no es lo mismo la llamada de un funcionario, que la del Vicepresidente de la República,” explicó a La Silla para otra historia un funcionario del gobierno que trabajó con Vargas.

Pero Vargas solo estuvo para los grandes proyectos. En otros temas de infraestructura como las vías terciarias que se ponen en marcha con los alcaldes de los municipios y los gobernadores, los resultados no son iguales y hay muchos proyectos que están frenados porque siguen envueltos en la lógica de la politiquería local, que fue otro mal con el que Santos no se metió.

Porque si hay algo en lo que Santos falló fue en que no se esforzó por modernizar la política. A falta del amor del pueblo, su capacidad de avanzar su agenda dependía del clientelismo, que a la vez se convirtió en el limitante para cualquier transformación estructural

Un mal político

Santos demostró ser un mal político y tras ocho años de gobierno ratificó por qué seguramente nunca habría sido elegido si no fuera porque engañó a los colombianos haciéndoles creer que sería Uribe II.

Santos no logró poner temas que movieran la agenda mediática; tuvo ocho años de ingratitud para con sus funcionarios que hicieron que al final le tocara defenderse solo; no logró armar una narrativa convincente alrededor de su gobierno; y lo más complicado, no logró establecer una identidad con la gente.

Como dijo a La Silla alguien que lo vio de cerca, “todo lo que hacía para acercarse a la gente lo alejaba, parecía falso”.

El ejemplo más evidente es la foto en pijama en una de las casas gratis pero hay muchos más.

Esa desconexión con la gente, que lo hacía parecer como un extranjero interesado en Colombia, llevó a que no lograra generar amor en los colombianos, que es en realidad el puntal sobre el que se afinca el verdadero poder de un Presidente.

Sin el afecto del pueblo, la gobernabilidad de Santos quedó amarrada a la clase política, cuya lealtad mantuvo en gran medida a punta de mermelada y de transacciones burocráticas hasta que ya no tuvo qué ofrecerles.

A finales de 2015, cuando Santos firmó los decretos que creaban la nueva institucionalidad del posconflicto en el Agro prometió“arrebatarle el campo a los políticos”.  Pero acto seguido nombró a hijos de políticos para manejar las nuevas agencias y mantuvo a Aurelio Iragorri en el ministerio de Agricultura, desde donde -como mostró esta investigación de La Silla- los recursos destinados a temas que tuvieran que ver con el Acuerdo de Paz fueron mínimos.

Eso también se vio con Fonade, la entidad que se encarga de la gerencia y la estructuración de proyectos para obras en las regiones, y cuya gerencia Santos le dio como la cuota más dulce, justo ad portas de la votación del plebiscito, al cordobés Bernardo ‘El Ñoño’ Elías

La ley de regalías tampoco logró el “triángulo del buen gobierno” que buscaba en el papel porque, como contó La Silla, muchos gobernadores y alcaldes se amangualaron para escoger los proyectos que les convenía políticamente y no los que necesitaba la región.

Los ejemplos siguen.

Precisamente por la incapacidad de conseguir el respaldo popular para asegurar su reelección, y ya con Álvaro Uribe en contra, Santos terminó cometiendo los dos grandes pecados de su mandato que pueden poner en riesgo su lugar en la historia de este país.

El primero es Odebrecht y los ríos de plata que circularon para comprar los votos y apoyos que necesitaba Santos en la Costa para ganar en 2014, como lo reporteó La Silla Caribe en esta historia

El segundo es haber profundizado la división del país alrededor de la paz y escalando la pelea contra Uribe para generar una coalición política con la izquierda que le diera el margen que necesitaba para derrotar a Óscar Iván Zuluaga.

El país sigue pagando hoy las consecuencias de esa polarización (en la que Uribe también tiene su parte de responsabilidad). Y la principal de ellas es el riesgo que el legado más importante que deja Santos no se consolide porque la mayoría de colombianos no lograron sentir que los logros del Presidente eran en realidad de todos nosotros y no solo un espejo en el que Santos viera reflejadas las siglas de su nombre.

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Juan Manuel Santos Calderón

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El juego final de Alejandro Gaviria

Vásquez y la representación afro en el uribismo 2.0

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A partir de mañana Carmen Inés Vásquez se convertirá en la segunda ministra de Cultura afro en la historia reciente y única cuota afro del gabinete de Iván Duque. Además del debate que levantó su nombramiento entre las comunidades afro en torno a si los representa o si solamente cumple el puesto de cuota, su cartera tendrá relevancia en la puesta en marcha de la economía naranja, de la que el nuevo mandatario es experto, y que prometió impulsar.  

 

La representación afro en el uribismo 2.0

Aunque es un Ministerio que en términos políticos es poco relevante en comparación a la Cancillería, Interior, Hacienda o Defensa, que Duque nombrara a Vásquez llamó la atención mediática por, principalmente, dos razones: la molestia que generó en algunos sectores de comunidades afro y que a pesar de su pasado como Viceministra en una cartera tan politizada como la de Interior en el gobierno Santos, ahora hará parte del gobierno del uribismo 2.0.

La crítica más sonada contra el nombramiento de Vásquez llegó por cuenta de la líder afro del norte del Cauca, Francia Márquez, quien aseguró que la nueva Ministra “está ahí sólo por poner su cara negra”.

Las declaraciones de Francia reeditan un viejo pero siempre presente debate entre las comunidades afro en torno a si los que llegan a cargos de poder los representan o no.

Polémica similar ocurrió hace apenas meses cuando fueron electos los dos representantes afro, quienes fueron avalados por consejos comunitarios (que no habían avalado antes a candidatos), y que son aliados de políticos tradicionales del Valle, dada su cercanía con la gobernadora Dilian Francisca Toro y la exsenadora Susana Correa.

Como contamos en su perfil, Vásquez ha tenido altos cargos desde los que ha trabajado en temas afro a partir de 2006. Arrancó en la Contraloría de Julio César Turbay, en 2010 en el programa presidencial para la población afro que dirigió Óscar Gamboa (con quien hizo lobby con el poderoso black caucus norteamericano) y desde 2014, como viceministra del Interior para la participación ciudadana en el Ministerio de Juan Fernando Cristo.

Llegar al gobierno Duque como la única exfuncionaria de Santos proveniente de una cartera política (el otro es el nuevo ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, exdirector del Ideam que no era un cargo político), obedece, además de su conocimiento en temas afro que le reconocen los consultados para esta historia, a las conexiones políticas que ha logrado desde el inicio de su carrera pública incluso con el electo mandatario, de quien es “muy amiga desde hace una década” según un exalto funcionario santista que trabajó con ella.

Otro vaso comunicante con Duque viene de su esposo, el poderoso empresario italiano Saverio Minervini, quien fue muy amigo del padre del hoy Presidente. Además es un superpoderoso de los puertos en Colombia: fundó y dirige el grupo Coremar en Barranquilla (al que en 2007 le adjudicaron la construcción de Puerto Palermo, una central de carga marítima en Barranquilla) y también tiene empresas en el puerto de Buenaventura, el principal del pacífico colombiano.

De hecho, en la declaración de Francia sobre la nueva Ministra (y otras que también compartió) es que precisamente por esas conexiones con el poder económico, su nombramiento, según ella, serviría como “puente para que el Gobierno de Duque facilite a las multinacionales el saqueo y la destrucción de nuestros territorios y nuestras vidas como pueblo afro”.

Por aparte, dos nuevos altos funcionarios del próximo Gobierno nos negaron que el nombramiento estuviese mediado por los negocios de Minervini o su cercanía con el Presidente electo.

“Entiendo a quienes dicen que no es suficiente ser negro para tener la representación, pero Carmen Inés tiene todas las conexiones y el saber de la problemática afro nacional”, nos dijo, a su turno, Ray Charrupi, vocero de Chao Racismo, quien participó con Vásquez en la tercera cumbre mundial de mandatarios afro realizada con apoyo del entonces gobierno en 2015 en Colombia.

¿Ministerio 'bisagra'?

Llegar al alto Gobierno, como en el caso de Vásquez como única afro del gabinete (y que Duque anunció la designación diciendo que impulsará el folclor por su conocimiento de los temas de esta comunidad), implica la labor de servir como ‘bisagra’ o puente entre el alto Gobierno y las comunidades.

Una labor que será particularmente clave en la próxima administración porque, como hemos venido contando, la conformación del gabinete y del nuevo equipo en Palacio de Duque viene del empresariado y los gremios económicos, cuyos intereses difieren a los de los afro y otras comunidades.

Ejemplo de ello es que los gremios pidieron al Presidente definir su postura en temas para la estabilidad de la industria de acá en adelante, y que afectan a las comunidades afro, a indígenas y campesinos: la definición de baldíos, agilizar la consulta previa (en la que no hay consenso sobre su reglamentación, pero Duque prometió en campaña llevar a cabo) y reglamentar la protesta social (una iniciativa criticada desde comunidades, consejos comunitarios e indígenas). Además, su súper consejero presidencial es un cacao antioqueño.

De ahí la importancia que tener un puente con Duque.

“Es importante tener alguien dentro del Gobierno para entender cómo funciona éste y cómo podemos exigir nuestros derechos”, nos dijo Marino Córdoba, activista y presidente de Afrodes (asociación afro de desplazados que agrupa a 96 organizaciones y consejos comunitarios).

Esa labor en el Gobierno pasado corrió por cuenta, según Marino, del saliente ministro de Ambiente, Luis Murillo. “Carmen puede ser ese vehículo ahora”, nos dijo.

Este debate deja en evidencia además que hasta ahora, como comunidad, los afro no tienen el peso suficiente para exigir cuotas propias.

“Nosotros como afro no tenemos la capacidad política y económica para influir en las designaciones de cuotas nuestras y eso nos afecta enormemente, y nos disminuye la capacidad de representación”, nos dijo Marino, quien dijo que Afrodes estará dispuesto a tender puentes con ella.

Lo mismo nos dijeron desde Chao Racismo y la asociación de alcaldes y mandatarios afro del país, que coordina Gamboa.

Además de este peso que tendría la nueva Ministra está el de los retos de acá en adelante en la cartera, que tendría especial importancia por la impronta del uribismo 2.0 de Duque de la economía naranja y apostar por la industria creativa y cultural.

El reto naranja y el chicharrón del Galeón

En su discurso de victoria de hace poco más de un mes, Duque dijo que “la cultura tendrá el protagonismo que merece” y en una visita a España semanas después aseguró que su apuesta es generar una infraestructura que “va a permitir que artistas construyan de forma creíble y sostenible esas oportunidades para que haya más bandas y compañías de danza, como transformador social”.

Aunque poco se sabe cómo ejecutará este plan e incluso un miembro del equipo de Duque en Palacio nos dijo que la articulación entre la visión de la economía naranja y la cultura “está en elaboración de acuerdo con el plan de Gobierno”, lo claro es que parte de esa ejecución será en el Ministerio de Vásquez.

(Precisamente por el impulso que Duque dijo en campaña que le daría a la cultura, en medios se especuló de que allá llegaría Alicia Arango, su mano derecha en la campaña para articular esa visión, pero finalmente llegó al Ministerio de Trabajo).

Aún así, como recogió Arcadia, expertos del sector cultura como cineastas, directores artísticos y miembros de festivales, dicen que el reto de Vásquez será subsanar su falta de conocimiento técnico en el tema cultural con mayor presupuesto y ejecución al sector.

Pero quienes han estado en esa cartera, como Paula Moreno, la primera ministra afro de Cultura de la historia, dice que lo importante allí es “entrar a entender las dinámicas culturales del país (....) para crear una visión que abarque la dimensión política, económica y social de la cultura”, como nos dijo en esta entrevista antes del nombramiento de Vásquez.

A eso se suma un reto adicional que deja Santos al nuevo mandatario: el rescate del galeón San José, cuyo proceso fue reactivado la semana pasada, luego de que el Tribunal de Cundinamarca tumbara unas medidas cautelares que detuvieron el proceso.

Precisamente esta semana, el 10 de agosto, se cierra el plazo para la presentación de propuestas para la licitación en alianza público privada que contará con una financiación de casi 70 millones de dólares, según dijo el saliente mandatario.

Entre tender puentes con el nuevo gobierno, apalancar las políticas del uribismo 2.0 y verificar el contrato de exploración marítima más grande de los últimos años, arranca la labor de Vásquez en el Ministerio.  

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Iván Duque Márquez

Iván Duque Márquez

Presidente electo de Colombia

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Este es el director del Sena de Duque

El equipo de Duque: a más poder, más uribista

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Las 35 personas que estarán en los cargos clave del Gobierno desde hoy son mitad no políticos y mitad políticos, lo que deja una idea de un gobierno con relativamente poco peso uribista. Pero si solo son 11, ocupan 4 de los 6 cargos de mucho poder. 

Acá están, en un solo lugar los perfiles de todos ellos, más el presidente Iván Duque y la vicepresidente Marta Lucía Ramírez.

Iván Duque
Presidente
Marta Lucía Ramírez
Vicepresidenta

Los puestos más poderosos

Guillermo Botero
Ministro de Defensa
Empresario del sector de las flores y la logística, fue presidente de Fenalco entre 2003 y 2018. Durante el gobierno Santos fue crítico de la política de negociación con las Farc y del Acuerdo, hasta el punto de tener roces con el entonces Presidente.
Susana Correa
Directora de Prosperidad Social
Ex senadora del Centro Democrático, es una empresaria caleña que fue gerente de Emcali. En 2001 duró secuestrada más de un año por el ELN, pero fue la resctató la Polícia en un operativo.
Alberto Carrasquilla
Ministro de Hacienda
Economista uniandino con doctorado en la Universidad de Illinois, fue director programático y del equipo de empalme de Duque. Hizo carrera entre la academia en Los Andes (donde llegó a ser decano de Economía), Fedesarrollo, el BID y el Banco de la República, y luego fue viceministro y ministro de Hacienda de Uribe.
Jorge Mario Eastman
Secretario General de Presidencia
El consejero para las comunicaciones y dos veces viceministro de defensa de Álvaro Uribe, y antes de Interior del gobierno de Andrés Pastrana, fue brevemente fórmula vicepresidencial de Juan Carlos Pinzón. Conoce a Duque desde cuando los dos eran hijos de políticos de ese Partido en las décadas de los años 70 y 80.
Carlos Enrique Moreno
Súper consejero
El ex presidente de la Organización Corona, y cuñado de Álvaro Uribe es un empresario que ha venido ganando importancia como consejero del uribismo en los últimos años. Muy crítico del Acuerdo de Paz, ha tenido una exitosa carrera en diferentes empresas del Grupo Empresarial Antioqueño.
Carlos Mario Estrada
Director del Sena
Político antioqueño, fue director de Comfenalco Antioquia entre 2012 y 2018 , tras haber sido directivo de empresas públicas y haberse quemado buscando la gobernación con el entonces uribista Partido de La U en 2011. Sirvió como gerente de la campaña de Duque en su departamento.

Los puestos medio poderosos

Alicia Arango
Ministra de Trabajo
Ex secretaria privada en la Casa de Nariño del gobierno de Uribe y ex directora del Centro Democrático, es una de las personas más cercanas tanto al ex presidente como al presidente electo. Fue la encargada de las relaciones y alianzas políticas de la campaña de Duque.
Nancy Patricia Gutiérrez
Ministra del Interior
Ex senadora y ex presidente del Senado por Cambio Radical, esta política cundinamarquesa fue aliada en el legislativo de Álvaro Uribe. Fue su candidata fallida a la Gobernación de Cundinamarca y los últimos años encabezó el gremio de las operadoras de celular, Asomóvil.
Maria Fernanda Suárez
Ministra de Minas y Energía
Ex vicepresidenta de Estrategia y Finanzas de Ecopetrol, hizo carrera en el sector financiero, fue directora de crédito público el ministerio a Hacienda a inicios del gobierno Santos.
Carlos Holmes Trujillo
Ministro de Relaciones Exteriores
Veterano político y diplomático de origen liberal, ha trabajado con los últimos cinco gobiernos. Ha sido, entre otras, alcalde de Cali, constituyente liberal, alto consejero de paz y embajador ante la OEA, en Viena, Moscú, Estocolmo y Bruselas. Fue precandidato presidencial uribista en 2013 y 2017, y fórmula vicepresidencial de Óscar Iván Zuluaga en 2014.
Gloria Alonso
Directora de Planeación
Técnica, viene de ser vicecontralora de Edgardo Maya. Hizo carrera durante 20 años en el Banco de la República y luego fue directora de política macroeconómica en el Ministerio de Hacienda a fines del gobierno Uribe e inicios del gobierno Santos.
Andrés Valencia
Ministro de Agricultura
Presidente de Fenavi entre 2013 y 2018, este economista ha hecho casi toda su carrera en el sector público en asuntos de comercio exterior y agro. Fue negociador del Ministerio de Comercio entre 1999 y 2003, asesor, representante en Tokio y gerente comercial de la Federación Nacional de Cafeteros, y director del Incora en el gobierno Uribe.
Juan Pablo Uribe
Ministro de Salud
Director General de la Fundación Santa Fe, fue viceministro de Salud y director de prevención y promoción en el Ministerio de Salud de Colombia en el gobierno de Andrés Pastrana, jefe del área de salud de la Fundación Corona, especialista en salud del Banco Mundial para América Latina. y gerente de salud para Asia del Este y el Pacífico.
Juliana Pungiluppi
Directora del ICBF
Esta politóloga bogotana, es personalmente cercana a Duque a quien conoció cuando trabajó en el BID. También pasó por el Banco Mundial y la Agencia Nacional para la Superación De la Pobreza Extrema en el gobierno Santos. Luego estuvo en la Fundación Santo Domingo implementando un modelo de construcción de comunidad en dos macroproyectos de vivienda para evitar los guetos que refuerzan la marginalidad.
Jaime Amín
Alto Consejero Político
Este abogado de la Universidad del Norte tiene una trayectoria larga en la política, desde gerente de la Lotería del Atlántico hasta senador, pasando por ser dos veces secretario privado de gobernadores del Atlántico. Llegó al Senado en 2014 en la lista cerrada del Centro Democrático.
Miguel Ceballos
Alto Consejero para la Legalidad
Decano de la escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, fue viceministro de Justicia durante el último año y medio del gobierno Uribe, como renegociador del No del grupo de Andrés Pastrana mostró una posición de crítica moderada al Acuerdo.
Álvaro García
Alto Consejero de Comunicaciones
Periodista, fue editor de la revista Cromos, director de Noticias RCN y de la revista Poder. Uribe lo nombró Embajador en Argentina y regresó a las comunicaciones como Senior VP FTI Consulting y Director de Red +Noticias, de allí saltó a Univisión, cargo que tiene actualmente.
Francisco Barbosa
Alto Consejero en Asuntos Internacionales
El profesor del Externado es uno de los amigos más cercanos de Duque desde que estudiaron en la Sergio Arboleda. Desde que regresó de su doctorado en 2010 se dedicó a asuntos de administración pública, Derechos Humanos, DIH, conflicto y justicia transicional. Fue uno de los asesores de cabecera de Duque en campaña.
Karen Abundinen
Consejera para las regiones
Reconocida como técnica y con vínculos con la poderosa casa Char de Barranquilla (trabajó en dos de sus alcaldías), conoció a Duque cuando los dos trabajaron el el BID. Fue directora del Icbf en el último año del gobierno Santos.
Felipe Buitrago
Consejero en Asuntos Estratégicos y Temas Transversales
Compañero de Duque en el BID, se hicieron amigos y comparten una visión de la economía y la sociedad que aterrizaron juntos en el libro “La Economía Naranja: una oportunidad infinita”, un año antes de que Duque entrara a la política. Fue el coordinador programático en la campaña.
Maria Paula Correa
Secretaria privada
Esta abogada fue la secretaria privada del expresidente Álvaro Uribe, Cónsul en Nueva York y luego directora estratégica para América Latina de Concordia Americas Summit.
Rafael Guarín
Alto Consejero en Seguridad Nacional
El abogado de la Libre y viceministro de Defensa de Rodrigo Rivera a inicios del gobierno Santos ha hecho carrera política como uribista. Se convirtió en uno de los asesores cotidianos de Duque, especialmente en asuntos del Acuerdo con las Farc, tema al que se dedicó como procurador judicial nombrado por Alejandro Ordóñez.

Los puestos no tan poderosos

Ricardo Lozano
Ministro de Ambiente
Experto en asuntos ambientales, fue director del Ideam a fines del gobierno Uribe e inicios del gobierno Santos.
M. Victoria Angulo
Ministra de Educación
Ex secretaria de Educación de Bogotá de Enrique Peñalosa y ex directora de la ONG Empresarios por la Educación, es conocedora del sector.
Carmen Vásquez
Ministra de Cultura
Ex viceministra para la Participación e Igualdad de Derechos del Ministerio de Interior del gobierno Santos, fue secretaria privada del ex contralor Julio César Turbay.
José Manuel Restrepo
Ministro de Comercio
Rector de la Universidad del Rosario desde 2014, tras serlo del Cesa y de la Fundación Empresarial de la Cámara de Comercio de Bogotá, fue gerente financiero Fonade.
Gloria María Borrero
Ministra de Justicia
Directora de la Corporación Excelencia en la Justicia entre 2005 y julio de este año, fue puente entre la campaña de Duque y las Altas Cortes en el discusión de la futura reforma a la justicia.
Silvia Constaín
Ministra de TIC
Administradora con maestría en economía, fue una de los negociadores del TLC con Estados Unidos en el gobierno Uribe, en el que también fue la segunda en la embajada ante Estados Unidos. Es experta en comercio exterior e inversión extranjera y de toda la confianza de Luigi Echeverri.
Ángela María Orozco
Ministra de Transporte
Ex Ministra y viceministra de Comercio Exterior, y presidenta de Proexport de Andrés Pastrana, es una de las personas más cercanas a la nueva vicepresidente, de quien fue socia en una consultora de comercio exterior que tuvieron por varios años.
Jonathan Malagón
Ministro de Vivienda
TVicepresidente técnico de Asobancaria, este economista caribe de la Nacional y administrador del London School of Economics, con maestrías de Columbia y dos universidades españolas y doctorado de Tilburg (Países Bajos), es uno de los economistas jóvenes más prometedores y visibles del país.
Juan Daniel Oviedo
Director del DANE
Académico del Rosario, donde es profesor del planta y director de la escuela doctora de economía, es cercano a la senadora uribista María del Rosario Guerra (fue su asesor en el Ministerio de TIC entre 2006 y 2010 y, con Gustavo Valbuena fueron los tres socios de Leico Consultores entre 2011 y 2013).
Diego Fernando Hernández
Director de Colciencias
Académico de carrera, fue profesor de planta de la Universidad de Los Andes entre 1997 y 2003, y de la Nacional desde entonces. Entre otros cargos fue decano de ingeniería entre 2006 y 2012 y vicerrector de la sede de Bogotá de 2013 a 2016. Sus áreas de investigación eran la ingeniería económica y financiera.
Clara Parra
Alta Consejera para la Competitividad y el Sector Privado
Economista, ha tenido una carrera técnica entre el sector privado y el público. En éste coordinó del Plan de Acción para la firma del TLC con Estados Unidos y las comisiones regionales de competitividad en el gobierno Santos, y en el Uribe fue fue asesora de Planeación Nacional y de Presidencia. Es la esposa del ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla.
Clara Maria González
Secretaria jurídica de Presidencia
Ha sido candidata a la Contraloría en varias ocasiones. Abogada rosarista (fue colegial de número) experta en derecho electoral, administrativo y civil, es árbitro de la Cámara de Comercio de Bogotá. En la campaña manejaba los temas financieros, por encima de la tesorera y el contador.

En esta base de datos puede obtener más información de todos ellos

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Así se vivieron la posesión de Iván Duque y las marchas de oposición

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01:51 PM - 07 de Agosto de 2018

La oposición madrugó en Neiva

“Con esta marcha le decimos al señor Duque que él no nos representa”. Con esta frase de Jairo Losada, secretario en el Huila de la Central Unificada de Trabajadores, inició la marcha 'Por la defensa de la Vida, el territorio y el trabajo’ en Neiva.

Desde las 9 de la mañana cerca de mil personas se reunieron en el centro de convenciones José Eustasio Rivera para emprender una caminata que terminó en el Parque Santander, en el centro de la capital del Huila.

Entre los manifestantes estaban integrantes de asociaciones campesinas como Asoquimbo, profesores de colegios públicos y de la Universidad Surcolombiana, jóvenes que movieron la campaña de Petro, militantes de la Unión Patriótica, trabajadores de la cooperativa Utrahuilca, una delegación de la guardia indígena y estudiantes.

Uno de los mensajes centrales de la manifestación fue el de la defensa a la vida y el rechazo al asesinato de líderes sociales que, según el excandidato a la Cámara Miller Dussán, se incrementaron después de las elecciones a Presidencia.

“Los están matando los que se oponen a que los campesinos tengan tierras, los que se oponen a la defensa del territorio. No más muertes”, gritó Dussán.

También hubo arengas para el nuevo gobierno. “Hay que protestar porque acá se quiere acabar con el proceso de paz, con la JEP, con las cortes. Uribe y Prada deben responder”, gritó Losada.

En medio de la marcha, los promotores de la Consulta Anticorrupción aprovecharon para hacer pedagogía y repartir publicidad.

Aunque fue temprano y no coincidió con la posesión del presidente Iván Duque, la marcha de estos sectores alternativos sí movió más gente que el plantón que hizo el uribismo hace una semana frente al Palacio de Justicia.

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02:10 PM - 07 de Agosto de 2018

Uno de la Farc se queja de que no lo dejan entrar a la ceremonia

Julián Gallo Cubillos, senador de la Farc y quien es mejor conocido por su alias de Carlos Antonio Lozada, dice que no pudo entrar a la ceremonia a pesar de presentar su credencial.

Gallo, quien fue comandante de la red urbana Antonio Nariño en Bogotá, miembro del Secretariado y negociador en La Habana, anunció que se va a sumar a la marcha de la oposición que está convocada en la Plaza de la Hoja, cerca al centro de Bogotá y simbólica porque la alcaldía de Gustavo Petro construyó allí viviendas para perosnas de bajos recursos.

De la oficina de prensa de Iván Duque negaron que estuviera bloqueada la entrada a congresistas del partido Farc.

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03:04 PM - 07 de Agosto de 2018

Con un títere de Duque, #LaResistencia se manifiesta en Bogotá

A la 1 de la tarde comenzó en Bogotá la concentración de diversos movimientos sociales para manifestarle al nuevo Presidente, Iván Duque, que harán una oposición activa durante su mandato, que significa el regreso del uribismo al poder.

Y como símbolo de eso, levantaron un muñeco con la imagen de Duque, de unos tres metros de altura, que simula un títere, aludiendo a una de las referencias más comunes sobre Duque con relación a su jefe político.

"En la Plaza de Bolívar se reúnen los corruptos a repartirse el país, mientras aquí se reúne la gente que representa la paz y la decencia", dijo en un discurso Jorge Rojas, líder de la Colombia Humana y de Progresistas, el movimiento que lidera Gustavo Petro.

Están en la Plaza de la Hoja, una urbanización de vivienda gratuita que inauguró Petro cuando fue Alcalde (2012-2015).

En la concentración confluyen movimientos como la Unión Patriótica, el Partido Comunista, Progresistas, el Partido Colombiano de los Trabajadores, la Marcha Patriótica, Congreso de los Pueblos, la Farc y sindicatos como la Asociación Distrital de Educadores (que se dijo públicamente financió la logística) y otras organizaciones sociales de pensionados, LGBT y jóvenes.

Sin embargo, también se ve mucha gente del común, como ancianos y madres con sus hijos pequeños.

Progresistas, el movimiento que lidera Petro, tiene un peso específico en el evento. José Cuesta, compañero de toda la vida del ex candidato presidencial, oficia como coordinador en la tarima, y en las primeras horas hicieron intervenciones Ángela Robledo, ex candidata a la Vicepresidencia de Petro, y Jorge Rojas.

Posteriormente lo hizo Timoleón Jiménez, líder de la Farc, que reclamó por la lenta implementación del Acuerdo de Paz, pero resaltó como beneficio la disminución de las muertes por el conflicto armado.

Se espera que Petro, sobre las 5 de la tarde, dé un discurso, una vez salga del acto de posesión de Duque.

Entre discurso y discurso se presentan grupos musicales

Las principales consignas son por la defensa de la vida de los líderes sociales y del Acuerdo de Paz con las Farc, y en favor de la consulta anticorrupción.

"La oposición hoy se posesiona en las calles", gritan.

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03:10 PM - 07 de Agosto de 2018

En Cali la oposición muestra que el Pacífico es su bastión

En la capital de Valle, donde Iván Duque perdió en ambas vueltas, la marcha organizada por el petrismo y movimientos sociales arrancó con casi 6 mil personas a medio día desde el Parque de las Banderas al Centro Administrativo Municipal, sede de la Alcaldía y la Gobernación.

Estuvieron representantes de sindicatos de trabajadores, estudiantes universitarios y miembros de la Colombia Humana, con estampados apoyando la consulta Anticorrupción, en defensa de los animales y contra el toreo.

Los indígenas del Cauca, que respaldaron a Petro en primera y segunda vuelta, fueron los que más presencia hicieron. La organización más cercana a Cali, la del norte del Cauca, mientras que otros ocho cabildos se unieron a la marcha en Popayán.

De la Onic nos dijeron que los 21 cabildos del norte llegaron a Cali en 45 chivas a las que sólo tuvieron que tanquear de gasolina porque los conductores, no cobraron por la movilización.

En el recorrido vimos personas con banderas del Partido Farc, el Congreso de los Pueblos y varios sindicatos de recolectores de caña y agricultores. Vimos también carteles en contra de Duque, a favor de la paz y en defensa de la tierra diciendo que ésta "no se vende".

También voluntarios que apoyan la Consulta Anticorrupción aprovecharon la concentración para repartir volantes e incentivar a votar.  

Una parte de la marcha estuvo centrada en un homenaje a los líderes sociales con carteles que decían  "los líderes sociales no se entierran, se siembran". Detrás había cruces blancas con plantas e hilos de lana que hacen alusión a que "si nos tejemos nos protegemos" nos dijo uno de las artistas que lo diseñó.

Los cantos se centraron en la resistencia a este Gobierno,  en decir que Uribe y no Duque era el que iba a gobernar y en defender a los líderes. "Pensar diferente no me hace delincuente".

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03:17 PM - 07 de Agosto de 2018

La Medellín que no quiere a Duque no tiene tanta cara de Petro

En Medellín, la capital del uribismo, la marcha de la oposición a Duque la movió, más que todo, la defensa de líderes asesinado.

Los manifestantes que convocó el petrismo empezaron  a llegar desde las 11 de la mañana al Teatro Pablo Tobón Uribe, en el Centro de la ciudad, un lugar del que suelen hacerse manifestaciones por la paz desde la firma de los acuerdos en 2016.

Llegaron graneados miembros de sindicatos del Sena y de Une, militantes del Polo Democrático, la Alianza Verde y la Unión Patriótica, que estuvieron repartiendo sin distintivos de sus partidos cartas y volantes de la Consulta Anticorrupción. Ningún rostro visible de la política local ni de esos partidos llegó.

Arrancó la marcha a la 1:30, bajo un sol de 30 grados, entre banderas del Partido Comunista de Colombia, del Congreso de los Pueblos y de Movice, colectivo de abogados que defienden presos políticos. Adelante iba una silleta, emblemática de la Feria de las Flores que se celebra por estos días, con el logo de la Colombia Humana.

La voz de los manifestantes, a medida que se adherían más y más, se fue partiendo. Una parte, más pequeña y concentrada, gritaba consignas en contra de Iván Duque y Álvaro Uribe: “Antioquia no es Uribe”, “Uribe, paraco, el pueblo está berraco”, y “Duque, marrano, lacayo del paraco”

La otra, a la que se fueron uniendo más voces durante la marcha, cantaba por la defensa de los líderes sociales, y le pedía al nuevo gobierno que defienda la paz.

Un ejemplo es la Red de Tejedoras por la vida, mujeres que cosieron más de 60 pañuelos con los nombres de los líderes asesinados desde octubre de 2016. Beatriz Arias, una de las voceras de la Red nos dijo que no habían salido a marchar por Petro sino para defender su lucha de la defensa de derechos humanos.

Otros mezclaban los dos discursos.

Un grupo de 26 estudiantes de Trabajo Social de la Universidad de Antioquia se puso medias veladas en la cabeza, se vistió de negro y, con el fin de protestar contra la indiferencia del gobierno a la muerte de líderes, hicieron performances en los que alguien se ponía una máscara de cerdo -para evocar a Duque- y llevaba amarrados y amordazados a dos personas con letreros en el cuello que decían “yo soy líder social”.  

Colectivos de víctimas también llegaron juntos, como las Mujeres Caminando por la Verdad, que pide que busquen a los desaparecidos en la Escombrera en la Comuna 13; desplazados de barrios periféricos liderados por integrantes del Congreso de los Pueblos.

A excepción de la silleta, en la Avenida Oriental pocas banderas de la Colombia Humana y caras de Petro se vieron. Las Farc y otros partidos afines a la izquierda, inadvertidos. El pregonero principal, del Congreso de los Pueblos, solo exclamó varias veces por la liberación de Santrich.

Un séquito de policías iba detrás de la marcha. Uno nos dijo: “Vino mucha gente… y todo va muy tranquilo”. Todo tranquilo pero movido en Medellín.

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03:17 PM - 07 de Agosto de 2018

Arrancó la posesión

Como casi todo 7 de agosto, Bogotá amaneció lloviendo y los invitados a la posesión del presidente Iván Duque esperan que llegue debajo de sombrillas blancas.

Hay más de 3500 personas invitadas a este evento en la Plaza de Bolívar y de ellas, mil van después a un cóctel privado en la Casa de Nariño.

Con banderas de todos los departamentos y personas disfrazadas con los trajes típicos de cada región esperando en la tarima, arrancó el evento de posesión.

“Equidad, emprendimiento y legalidad, esas serán las banderas de este gobierno”, dice la presentadora.

Hay invitados clase A, donde se cuenta la plana del uribismo y el gabinete e invitados clase B, donde se ven varios congresistas.

En la ceremonia hay 10 presidentes y delegaciones de 17 países.

Desde que el ex presidente Uribe llegó le pidieron selfies y casi ni lo dejaban caminar. Dicen que el presidente del Senado, Ernesto Macías, estaba pensando decirle a Uribe que le pusiera él la banda a Duque. Por protocolo, el que está obligado a hacer eso es el presidente del Senado.

En pocos minutos va entrar Duque a dar su discurso.

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04:09 PM - 07 de Agosto de 2018

Macías se despacha contra Santos y elogia a Uribe

El presidente del Senado hizo un discurso sin talante de estadista, y con una carga totalmente partidista, contraria a la línea de Iván Duque de lograr reunificar el país.

Arrancó su discurso agradeciendo a Dios por la llegada de Duque para “sacar a Colombia del socavón en que la recibe. Por la profunda crisis social, económica e institucional”.

La primera parte de su discurso se enfocó más en el ex presidente Uribe, sentado en las primeras filas, que en el presidente electo Duque.

“Uribe en el 2002 no dejó el país convertido en un paraíso, pero sí con grandes avances, con el legado de una seguridad democrática”, dijo en medio de aplausos de todos los asistentes. En general, se dedicó a elogiarlo.

Después, cuando se dirigió a Duque, lo hizo para dar un muy sombrío resumen del país que le entrega Juan Manuel Santos, siguiendo la línea de los trinos de Uribe contra Santos el 20 de julio (que en su mayoría no eran ciertos, como contamos)

“Recibe usted un país con las peores cifras. El ex presidente Juan Manuel Santos desde finales de 2010 abandonó la seguridad democrática y hoy entrega al país inmerso en una guerra que a la fecha ha dejado 300 líderes asesinados”.

El eje del discurso de Macías giró en torno a la necesidad de recuperar el país, y especialmente la seguridad democrática.

“Vemos el crecimiento del ELN, del EPL y de las disfrazadas disidencias de las Farc. Le corresponde a usted no solamente los relevos en la cúpula militar, sino un cambio en la mentalidad de los nuevos comandantes para recuperar el rumbo de la seguridad”, dijo.

Dijo que el Congreso se “moverá” para sacarle adelante al Gobierno una reforma a la justicia, una reforma fiscal, una reforma al sistema general de regalías y una “verdadera reforma rural que respete la propiedad privada y al tenedor de buena fe”.

Sobre los Acuerdos de La Habana solo habló para decir que el gobierno Santos dividió al país entre amigos y enemigos de la paz y en que lo que hay que hacer es “recuperar la legalidad en Colombia”.

Y de otros asuntos, como economía o desarrollo social, también pintó un panorama desesperanzador, señalando a Santos como culpable de ello.

Reforzó la narrativa uribista de que en Colombia nunca ha habido un conflicto.

“Para firmar esos Acuerdos no había que hacer trizas la Constitución porque en Colombia no hay un conflicto. Hay es una amenaza terrorista”.

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05:15 PM - 07 de Agosto de 2018

El nuevo presidente arranca llamando a la unidad (y marcando distancia con Macías)

Con un discurso enfocado en explicar su “pacto nacional”, concentrado más en el futuro y con cero críticas con nombre propio a Juan Manuel Santos, Iván Duque explicó en qué consistirán los pilares de legalidad, emprendimiento y equidad de su Gobierno.

Dijo que va a promover “el entendimiento, el trabajo en equipo y la generación de consensos”. Quiero gobernar a Colombia superando las divisiones de izquierda y derecha. Quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir y nunca destruir.”, agregó

A diferencia del discurso anterior del presidente del Senado, Ernesto Macías, que se despachó contra el ex presidente Juan Manuel Santos, Duque ni siquiera nombró a su antecesor.

De hecho, mientras Macías dijo que estamos en un “socavón”, Duque dijo que había que “mirar la nación con optimismo”.

Duque incluso resaltó cosas del pasado. Por ejemplo, “Hemos sido capaces de lograr que la pobreza se reduzca, se expanda la clase media y una cobertura que nos permite soñar con mejores progresos”, dijo.

Incluso, cuando habló de errores en el pasado, lo hizo sin señalar culpables. “Analizar el pasado también tiene que ser la oportunidad para reconocer que existen problemas que se crecieron. Así ocurrió con el abandono a muchas regiones, el narcotráfico, la corrupción, el clientelismo y la falta de acceso a oportunidades.”

“Gobernar a Colombia requiere grandeza para mantener lo que funcione y corregir lo que no”, dijo para resumir su mirada.

Frente al Acuerdo de La Habana, tema en el que hay grandes expectativas frente a los cambios que planea hacerle, no nombró a la cúpula de la Farc y enfocó el discurso en decir que apoyará a la base guerrillera y su reincorporación, y en defender puntos como la reparación de las víctimas por sus victimarios.

Dijo también que hoy mismo presentará el acto legislativo que busca que el narcotráfico no sea un delito conexo al delito político, uno de los tres cambios gruesos que quiere hacerle al Acuerdo, como contamos.

También le dio un duro golpe a la consulta anticorrupción liderada por la ex senadora Verde Claudia López y que se votará en menos de un mes porque va a presentar un paquete de leyes anticorrupción que incluye temas de la consulta como promover los pliegos tipo, que los corruptos no tengan casa por cárcel y que los congresistas solo se puedan reelegir tres veces.

Solo muy hacia el final mencionó al ex presidente Álvaro Uribe, cuando le agradeció al Congreso y a él por haberlo incluido en la lista cerrada en 2014.

“Yo no reconozco enemigos, no tengo contendores políticos. Mi deseo es gobernar para todos los colombianos”. Con esa frase cerró su discurso.

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Iván Duque Márquez

Iván Duque Márquez

Presidente de la República de Colombia

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La publicidad del uribismo contra Santos tiene tantos datos dudosos como ciertos

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El último día del gobierno Juan Manuel Santos, el Centro Democrático pagó un aviso a página completa en los principales periódicos del país en el que mostró más de 40 datos que demostrarían que el saliente presidente dejó un país en pésimo estado. Esos mismos datos los retomó por la tarde, en la ceremonia televisada de posesión de Iván Duque, el presidente del Senado, Ernesto Macías, en un discurso muy crítico contra Santos y distante del de reconciliación de Duque.

Al revisar las 42 afirmaciones verificables según nuestra metodología, encontramos que 16 son ciertas (incluyendo 9 con salvedades significativas), 3 debatibles, 8 exageradas, 2 apresuradas, 4 inchequeables (no hay datos para decir si son ciertas o no), 6 engañosas y 3 falsas.

Acá puede ver las afirmaciones, su calificación y la explicación de éstas:

 
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Iván Duque inaugura su uribismo 2.0

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Iván Duque se posesionó ayer como el nuevo Presidente de Colombia con un discurso que delineó el mapa de un gobierno de centro derecha con temas uribistas pero también con otros de su cosecha 2.0.  

Su inauguración mostró, de manera muy vívida, no solo rasgos del carácter de Duque y de lo que quisiera que fuera su gobierno sino también las presiones que enfrentará tanto desde la derecha de su propio partido como desde la oposición.

El discurso del uribismo 1.0

El discurso de posesión de Iván Duque siguió al de Ernesto Macías, el presidente del Congreso, que -actuando como si fuera vocero del Centro Democrático y no de la corporación que preside- básicamente resumió en su discurso el aviso de propaganda contra la gestión de Juan Manuel Santos que pagó el Centro Democrático en los grandes medios con tantos datos dudosos como ciertos (ver nuestro detector de mentiras).

Además de presentar el legado de Santos como una hecatombe, Macías delineó lo que el uribismo espera del nuevo presidente:

  • un revolcón en la cúpula militar para recuperar la seguridad democrática
     
  • una reforma rural “que respete la propiedad privada y al tenedor de buena fe”, lo que en otras palabras significa echar para atrás la obligación de restituir las tierras cuando el comprador no verificó que las tierras que compraba súper baratas podrían haber sido arrebatadas a campesinos por parte de los paramilitares.
     
  • una reforma a la justicia, que es difícil no interpretar en clave de la investigación de la Corte Suprema contra Álvaro Uribe:  "Los colombianos esperan ver a sus jueces pronunciándose estrictamente en derecho y que sus fallos no se vean afectados por sus inclinaciones políticas, por sentimientos personales o por otros intereses", dijo.
     
  • Investigaciones contra Santos de las autoridades judiciales sobre “casos emblemáticos de corrupción como la mermelada, Reficar, el Sena y Odebrecht que involucran “de forma grave a la campaña del expresidente Santos y a altos funcionarios del Estado”.

El discurso de Macías fue la lista de deseos del uribismo y la expresión más clara de los temores del antiuribismo: la revancha contra Santos, la negación del conflicto armado, la protección de terratenientes que pudieron beneficiarse de las masacres paramilitares, la idea de que el gobierno que termina fue una hecatombe para el país.

Y fue interesante que antecediera el de Duque, porque mostró inmediatamente el contraste.

El uribismo 2.0

Iván Duque reiteró en su discurso lo que dijo en campaña para ganar la Presidencia: los mismos mensajes, las mismas ideas y los mismos tres ejes de Legalidad, Emprendimiento y Equidad.

Fue un discurso convencional, en la línea de los conservadores jóvenes que han llegado al poder en otras partes del mundo como David Cameron en Inglaterra, sin las sorpresas del de Juan Manuel Santos en 2010 cuando anunció que reestablecería relaciones con Hugo Chávez o que la “llave de la paz” estaba en su bolsillo y que anticipó la traición que vendría después al electorado que pensaba que con él estaba reeligiendo a Uribe en cuerpo ajeno.

 

El tono general del discurso de Duque fue el mismo conciliador de su campaña y radicalmente diferente al sectario de Macías: el tono de pasar la página a la división del país.  

“Hoy llega a la Presidencia de Colombia una nueva generación, motivada por el servicio y no por el ejercicio vanidoso del poder, comprometida con el futuro y sin anclas en prejuicios del pasado, inspirada en la justicia social y en la seguridad como el cimiento de nuestras libertades, y dedicada a promover el entendimiento, el trabajo en equipo y la construcción de consensos.  Es una generación llamada a gobernar libre de odios, de revanchas, de mezquindades…”, dijo al inicio de su discurso.

Más adelante reiteró:  “Quiero gobernar a Colombia con valores y principios inquebrantables, superando las divisiones de izquierda y derecha, superando con el diálogo popular los sentimientos hirsutos que invitan a la fractura social, quiero gobernar a Colombia con el espíritu de construir, nunca de destruir.”

Aún así, y sin mencionar el nombre de su antecesor, en su discurso Duque sutilmente identifica legados que considera tóxicos de Santos en seguridad, en narcotráfico, corrupción y en la política macroeconómica, que reflejan el corazón ideológico de centro-derecha de su discurso:

“Recibimos un país convulsionado. Más de 300 líderes sociales han sido asesinados en los últimos dos años, los cultivos ilícitos se han expandido exponencialmente en los últimos años, bandas criminales aumentan su capacidad de daño en varias regiones del país, se han hecho promesas y compromisos con organizaciones sociales sin asegurar su financiamiento”, dijo.

Criticó haber intentado “sustituir petróleo por impuestos” , la “inestabilidad jurídica por cambios regulatorios abruptos”, “los constantes escándalos de corrupción en la alimentación escolar, en el sistema de salud, en proyectos de infraestructura, en los abusos de la contratación directa o en los peligrosos carteles de únicos proponentes”, además del “abandono de muchas regiones”.

Anticipando las reformas institucionales que se vienen en el frente del posconflicto e implementación del Acuerdo de Paz dijo: “Tenemos que devolverle el valor a la palabra del Estado. La creación desordenada de agencias y programas está acrecentando la desconfianza ciudadana y la  frustración de los beneficiarios de estas iniciativas, incluidas las víctimas y las regiones golpeadas por la violencia.

También dejó ver en qué sentido viene la reforma tributaria que presentará:  “En materia económica se han cometido errores que debemos enmendar. Una política tributaria motivada por la expansión del gasto ha llevado a que tengamos cargas asfixiantes y que se afecten el ahorro, la inversión, la formalización y la productividad.”

Las primeras reformas

Como suelen hacerlo los presidentes el día de su inauguración, Duque anunció su primer paquete legislativo, que consta de:

  • Un programa de reactivación económica, que incluirá la reforma tributaria
     
  • Una reforma constitucional para evitar que el narcotráfico se pueda considerar un delito conexo con delitos políticos (una reforma que si decide negociar con el ELN tendrá que volver a reformar)
     
  • Una reforma anticorrupción, que básicamente incluye los puntos centrales de la consulta anticorrupción que está impulsando el partido Verde con la exsenadora Claudia López a la cabeza, y que podría verse de dos maneras: como una forma de quitarle oxígeno porque para qué salir a votar la iniciativa si igual el Congreso la volverá ley por la derecha o como una forma complementaria de asegurarse que la agenda anticorrupción está en el corazón del gobierno si no consigue los 12 millones de votos que necesita para volverse una realidad.

Duque repitió varias veces que quería que su gobierno fuera el de la justicia social y la equidad, pero no detalló cómo lo lograría, más allá de reiterar su fe en que el sector privado será el socio ideal en esta empresa.  

Tampoco planteó una ruta para volver realidad su propuesta de emprendimiento, aunque le prometió a todos los creativos del país que había llegado su cuarto de hora.

Las 'correcciones' al Acuerdo

Frente a los ajustes del Acuerdo de Paz, que era una de las grandes incógnitas tanto de los que votaron por él como de los que lo hicieron en contra, su discurso dio las puntas de hacia dónde está pensando ir:

  • Borrar el hito del Acuerdo con las Farc, que nunca mencionó con ese nombre durante su discurso.  Como lo anticipó La Silla en campaña, una de las cosas a las que seguramente le apostará el gobierno de Duque es a que la firma de esa acuerdo con la guerrilla vaya perdiendo su lugar en la Historia para que al final se registre que la verdadera paz la hizo el uribismo.
     
  • Rebautizó la política de paz como un “Acuerdo por la Legalidad”.  “Esa es la base de pensar en un Acuerdo por la Legalidad. Quiero una Colombia donde todos podamos construir la paz, donde se acaben esas divisiones falaces entre amigos y enemigos de la paz, porque todos la queremos”, dijo. Y agregó: “Por el respeto a Colombia y por el mandato ciudadano que recibimos, desplegaremos correctivos para asegurar a las víctimas verdad, justicia proporcional, reparación y no  repetición. También corregiremos fallas estructurales que se han hecho evidentes en la implementación.”
     
  • Reiteró su compromiso con la reinserción de la base guerrillera. Es decir, respetará el punto de reincorporación del Acuerdo de paz, pero más en la lógica del exitoso programa de reinserción individual que tuvo Uribe que en la lógica de la reincorporación colectiva a la que aspiraba el Secretariado de las Farc y que quedó plasmado en al Acuerdo de Paz.
     
  • Se comprometió a llevar bienes públicos a todas las regiones del país, “empezando por las que han sido golpeadas por la violencia”.  Aunque no dio más detalles, este es el corazón de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdets) del Acuerdo de Paz, que finalmente despegaron hace poco y que tienen su presupuesto asegurado hasta el próximo año.
     
  • Hará erradicación obligatoria de cultivos pero con “sustitución de cultivos ilícitos de la mano de las comunidades, en la puesta en marcha de proyectos productivos y en romper las cadenas logísticas y de abastecimiento de las estructuras del narcotráfico”. En otras palabras, continuará con el punto de las drogas del Acuerdo, aunque a juzgar por su discurso previo apelará a la fumigación que en lo pactado aparece como último recurso.
     
  • Focalizará recursos para investigar si los de la cúpula de las Farc tienen plata sin entregar a las víctimas o están metidos en negocios ilícitos.  En el Acuerdo quedó que el que reincida se puede incluso extraditar, pero probar que lo hagan exige destinar recursos de inteligencia para eso, que seguramente Duque priorizará.
     
  • Al ELN le da un mes para evaluar el proceso y que decrete un cese bilateral con verificación. En la misma línea, en la entrevista que dio a Semana, Duque dijo frente a este tema que “es bueno retomar lo que el mismo ELN planteó en 1998 en Maguncia y era una concentración previa en un área reducida, con supervisión internacional y exigir una agenda en un tiempo puntual y poder avanzar hacia la desmovilización, el desarme y la reinserción. Contemplar inclusive una reducción de penas para quienes se desmovilicen, pero no la ausencia de ellas.

    En su discurso no mencionó otros dos “correctivos” que piensa hacerle al Acuerdo pero que sí dijo en su entrevista a Semana y Marta Lucía Ramírez, su vicepresidente, repitió en una entrevista en El Espectador en la que dijo que "una cosa es el Centro Democrático y otra el Gobierno":
     
  • Mantendrán la JEP. “Hasta hace unos meses teníamos un país donde unas personas creían en la JEP y otras querían derogarla. Hoy todos reconocemos que la JEP debe existir como vehículo transicional. Reconociendo su existencia podemos corregir aquellas cosas que son necesarias para asegurar verdad, justicia, reparación y no repetición”, dijo en su entrevista.
     
  • Que los del Secretariado paguen sus penas antes de ejercer como congresistas: entre los correctivos que quisieran hacerle a la JEP es que “si a alguien que ejerce como congresista se le ratifica una sentencia por crímenes de lesa humanidad, no pueda seguir en su curul”, según dijo Duque en la entrevista.  Esto, que sería una forma de cumplirle su promesa a sus electores, sobre todo los más de derecha, lo intentaría lograr mediante el Pacto Político que buscará hacer en el Congreso, donde ya están los ex jefes de las Farc.

Estos cambios al Acuerdo de Paz no serán fáciles pero están lejos de hacerlo trizas, sobre todo si los senadores de la Farc participan en la discusión de ese Pacto por Colombia y se les garantiza participación política a través de otros representantes del nuevo partido que no hayan cometido delitos de lesa humanidad.

Duque también intentó disipar otro miedo de los que no votaron por él y es frente a qué hará con Venezuela. Reiteró que mientras esté la dictadura no habrá embajador de Colombia pero descartó cualquier “actitud bélica” aplacando el temor de prestarse a una operación militar conjunta con Trump para tumbar a Maduro.

El discurso del nuevo presidente terminó con una invitación a todos los colombianos a hacer un Pacto por el futuro de Colombia. Y la pregunta del millón, es cómo se hará ese pacto y con quiénes y si eso incluye a Macías y a los que piensan como él y a los que votaron por Gustavo Petro y estaban al mismo tiempo manifestándose en en la calle en varios lugares del país.

 

Los silencios de Duque

El discurso de Duque también es interesante por los silencios que tuvo. Por ejemplo, nunca nombró a la oposición, y mucho menos a Gustavo Petro. Pero fue dando puntadas de cómo piensa quitarle fuerza a la "resistencia" que convocó el día que perdió y cuyo nombre ha comenzado a desvanecerse:

  • Lo enmarcará como populista (aunque no como castrochavista).  “La equidad no se genera por decreto, ni mucho menos en las ilusiones perniciosas del populismo que ha causado estragos en varios países de la región.”
     
  • Le quitará o competirá por varias de sus banderas.  La principal de ellas es la equidad, aunque Duque la ve jalonada por la empresa privada y a partir de la generación de empleo formal.
     
  • Le dará fuerza al tema ambiental y de energías renovables, con el que Petro conquistó a miles de jóvenes, no necesariamente de izquierda.
     
  • Profundizará el “diálogo social” para quitarle oxígeno a la movilización social, que es la estrategia de 'resistencia' de Petro.  “La protesta social es un derecho y un mecanismo de expresión social pero no puede estar por encima de los derechos de los demás ciudadanos. Entiendo las frustraciones de tantos colombianos pero si obramos con efectividad en el diálogo social, identificando soluciones viables, seremos más efectivos y constructivos con el país.”
     
  • No crecerá a Petro como interlocutor de la oposición.

También es revelador que no hubiera mencionado a ningún partido político, empezando por el suyo, el Centro Democrático. Esto está en línea con la forma como armó su gabinete en el que reconoce la debilidad de los partidos políticos y le da más importancia al poder más estable de los empresarios (a los que mencionó varias veces en su discurso y de cuyos gremios salió parte de su gabinete).

Al expresidente Álvaro Uribe, quien lo llevó en hombros a la Casa de Nariño como lo hiciera hace ocho años con Santos, le dedicó dos líneas de su discurso y en el contexto de su pasado en el Congreso, y no del presente ni del futuro:  “Allí tuve el honor de trabajar al lado de un líder y un ser humano singular , Álvaro Uribe Vélez.”, dijo, levantando una gran ovación de los asistentes que se pararon a aplaudirlo.

Diciente, también, que Uribe no hubiera querido sentarse con los demás expresidentes en un lugar protagónico, sino refundido entre otros senadores como él, y que luego de la posesión celebró el regreso del uribismo al poder con los otros miembros del Centro Democrático en el Senado y no se fue directamente con Duque a la Casa de Nariño.

Más elocuente, aún, la diferencia en intensidad de los aplausos de los invitados de Duque al discurso de Macías versus al discurso de Duque y lo que sucedió en esa reunión del uribismo y transmitió Noticias Uno anoche.  En ese video, que según dijo el Noticiero, lo grabó un periodista ‘infiltrado’ en la reunión, aparecen todos felicitando a Macías por haberle cantado la tabla a Santos. Uribe dice que ese discurso “era necesario” y la senadora Paloma Valencia, que es muy cercana a Duque pero lleva la voz más fuerte del uribismo, afirma “como dijo la Vicepresidenta, una cosa es el gobierno y otra el Centro Democrático” con lo que pareciera claro que ambos discursos no fueron sincronizados.

Gustavo Petro, sin embargo, dijo que ambos discursos eran dos caras de lo mismo.

Tanto el trino de Petro como los elogios a Macías muestran los dos márgenes entre los que se tendrá que mover Duque: entre el sector de derecha que sentirá como una traición cualquier movimiento del nuevo Presidente que se aparte de la línea oficial del uribismo y la oposición que verá en Duque solo al títere del ex Presidente.

Sin contar la presión de la comunidad internacional, especialmente los de la Unión Europea, que le ha metido millones de pesos a la implementación del Acuerdo de Paz y que usará sus canales diplomáticos para asegurarse de que no eche el Acuerdo de Paz a la basura.

Es un tremendo desafío para Duque, que llega a la Casa de Nariño con casi nula experiencia ejecutiva y con el deseo de que los colombianos lo quieran, un propósito que a juzgar por sus propias palabras Santos nunca tuvo.

“Quiero que sepan los colombianos que actuaré con humildad. No seré un Presidente encerrado en un Palacio, porque el único Palacio que espero habitar es el corazón de los colombianos”, dijo el presidente que arranca hoy sus cuatro años de mandato.

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Con la vice en la implementación y el uribismo en los ajustes, Duque arma la ‘verdadera paz’

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Hace pocos días la vicepresidenta Marta Lucía Ramírezdijo en una entrevista para El Espectador que “una cosa es el Centro Democrático y otra, el gobierno”. Ayer, después de la posesión del presidente Iván Duque, la senadora uribista Paloma Valencia reiteró en una reunión privada de la bancada que es cierto, como reveló Noticias Uno.

La diferencia entre el Gobierno y el uribismo se nota en el tema de la paz, en el que la vicepresidenta tendrá las riendas de la implementación del Acuerdo mientras el uribismo seguirá teniendo el timón de los ajustes de fondo. Con cambios en esos dos frentes y sin destruir el Acuerdo, cualquier avance le puede servir al uribismo para alegar que fue bajo Duque que se construyó la ‘verdadera paz” de la que él habló en campaña y tras ganar la presidencia.

Ramírez, la visión 2.0 de la implementación

Ayer, quizás más que nunca, quedó claro que hay dos visiones dentro del uribismo: la 1.0, que quedó plasmada en el discurso del presidente del Senado, Ernesto Macías, y la visión 2.0, que es la del discurso conciliador y sustentado en el ‘Pacto Nacional’ que busca Duque.

 

Ramírez va a aterrizar esa visión 2.0 en lo que tiene que ver con la implementación del Acuerdo, que ha sido muy criticada por su lentitud incluso por defensores del proceso. Su reto es lograr que fluya mejor, lo que podría ayudar a que el uribismo refuerce la narrativa de que la verdadera paz la lograron ellos.

Duque rebautizó el Acuerdo como el ‘Acuerdo para la Legalidad’, el mismo nombre que tendrá la hasta hoy Alta Consejería para la Paz. La ocupará Miguel Ceballos, que asesoró durante la renegociación del No al ex presidente Andrés Pastrana y es cercano a Ramírez. Se va encargar de las negociaciones con el ELN pero no de la implementación del Acuerdo.

Ese tema caerá en manos de alguien del corazón de Ramírez, el abogado Emilio Archila.

Aunque Archila voto por el Sí, es tan cercano a la vicepresidente que la asesoró durante la renegociación luego de que ganara el No. Hizo parte del equipo que pensó las propuestas moderadas que Ramírez le presentó al gobierno Santos y siguió con ella cuando se lanzó a la presidencia, apoyándola en campaña   

Archila tiene fama de buen gerente pero no experiencia en temas de conflicto ni en asuntos territoriales, un perfil que responde al deseo de cambiarle el enfoque la implementación.

Ese cambio de mirada se nota en que, según una fuente que conoce de primera mano la idea, Archila será no será Alto Consejero para el Posconflicto sino Alto Consejero para la Estabilización, a pesar de que será el reemplazo de Rafael pardo, que tiene el primer cargo.

Como le dijo una fuente de Palacio del gobierno Duque a La Silla, esa rebautizada se debe a que “a algunos aquí no les gusta reconocer la narrativa del conflicto”. Es decir, es un guiño a la idea que quedó en el discurso de Macías, de que lo que hay es una amenaza terrorista.

A pesar de ese guiño, la idea es que Archila ayude a aterrizar la propuesta que Duque mostró en su discurso de posesión, de llevar bienes públicos a todas las regiones del país, empezando por las que han sido más golpeadas por la violencia, para que vayan igualando a las demás.

Esa idea de Duque encaja perfectamente en el actual Acuerdo, pues es el corazón de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, Pdets, que finalmente despegaron hace poco y que tienen su presupuesto asegurado hasta el próximo año.

La estabilización también incluye mantener el punto de reincorporación del Acuerdo, que va en línea con lo que dijo Duque ayer en su discurso al reiterar su compromiso con la reinserción de la base guerrillera.

El cambio es que seguirá la lógica del exitoso programa de reinserción individual que tuvo Uribe como Presidente que la de reincorporación colectiva a la que aspiraba el Secretariado de las Farc a través de la cooperativa para toda la exguerrilla llamada ‘Ecomun’.

Además de esas funciones, el equipo de Ramírez, encabezado por Archila, está pensando en un rediseño institucional que encaja con esa nueva mirada de la ‘estabilización’.

El rediseño

Según tres fuentes cercanas a Ramírez que nos hablaron por aparte, por ahora se van a quedar con las altas consejerías que existen, con la idea de crear una entidad (que puede ser un  ministerio, un departamento administrativo u otra) que articule todas las responsabilidades de la implementación.

Si llegan a dejarlo como está sería “dándole más dientes a esas consejerías y logrando mucha más articulación de la que hay hoy”, nos dijo una de esas fuentes. Es decir, construir sobre lo construído, en línea con el uribismo 2.0.

El rediseño abarcaría las seis agencias que manejan la implemantación en lo rural y que para Duque quiere, según le dijo a María Jimena Duzán en marzo, “suprimir las que no funcionen y  suprimir aquellas que no tengan el cumplimiento de sus objetivos y donde yo vea que están cumpliendo sus funciones a cabalidad y que son eficientes pues habrá que mantenerlas”.

Si la reforma incluye crear una entidad, se demorará por lo menos varios meses pues necesita que el Congreso lo apruebe o le de facultades extraordinarias para hacer la reforrma, como hizo Santos en 2011 para reformar el Estado.

Esos cambios en la estructura que debe implementar el Acuerdo no solo no lo modifican sino que pueden ayudar a darle la celeridad que no ha tenido hasta ahora.

Donde sí puede haber cambios de fondo, como lo ha propuesto el uribismo 1.0, es en el Congreso, donde impera esa línea.

Los ajustes, la visión 1.0

Como ha contado La Silla, Duque ha dicho que quiere hacerle tres cambios sustanciales al Acuerdo que dependerán de él y de decisiones del Congreso. No serán responsabilidad, por lo menos hasta ahora, de Ramírez ni de sus cercanos.

El primero es una reforma constitucional para que el narcotráfico no pueda ser amnistiable en ningún caso, que Duque ya anunció que presentará en los próximos días en el Congreso.

El segundo es una serie de correctivos a la Jurisdicción Especial de Paz, JEP, como que los antiguos miembros del Secretariado que hayan cometido delitos de lesa humanidad paguen sus penas antes de ser congresistas.

Otro ejemplo de esos ajustes es el tratamiento de los militares en la JEP. En ese punto, la iniciativa ya la tomó la bancada uribista, que en julio logró meter en la ley de procedimiento de la JEP un artículo que dice que los uniformados no están obligados a sujetarse a esa justicia sino cuando se cree una ley de procedimiento especial para ellos, para lo que le dio 18 meses al Gobierno y al Congreso.

Y el tercer cambio que busca el nuevo presidente es “revisar, por ejemplo, la tenencia de buena fe y la tradición de los bienes”, como le dijo a La Silla. Eso, en otras palabras, significa echar para atrás la obligación de restituir las tierras cuando el comprador no verificó que las pagó súper baratas porque los paramilitares podrían haberlas arrebatado a campesinos.

Esos tres cambios responden al uribismo 1.0, que ayer aterrizó Macías en su discurso, y que quedó clara que es la línea oficial en el video que reveló Noticias Uno, en el que la senadora María del Rosario Guerra pide un aplauso por ese discurso, y todos los senadores lo hacen, incluyendo a Uribe, que calificó el discurso como “necesario”.

Esos cambios dependerán de lo que logre en el Congreso la bancada del Centro Democrático, con Uribe a la cabeza, bajo la idea del ‘Pacto Nacional’ del que ha hablado Duque, pues no es obvio que logren las mayorías para sacarlos adelante.

Eso dado que los liberales se unieron a su coalición en el Congreso con la salvedad de defender la paz, y que La U y Cambio Radical pusieron a tambalear la aplanadora duquista con su anuncio, impulsado por el exvicepresidente Germán Vargas, de que van a actuar en bloque.

De hecho, esos tres cambios deben pasar por las comisiones primera y, como contamos, en la de Senado, no tiene las mayorías aseguradas

Por eso, la implementación en manos de Ramírez probablemente arroje resultados antes que esos cambios.

Si es así, el gobierno Duque podrá mostrar a la vez que no hace trizas el Acuerdo al ejecutarlo, quizás mejor que el gobierno Santos, pero que tampoco está para risas con él, como queda claro con los proyectos en el Congreso. A más largo plazo, esa puede ser la combinación que le de contenido a la idea de la “verdadera paz”.

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Marta Lucía Ramírez

Marta Lucía Ramírez

Vicepresidenta de la República de Colombia

Iván Duque Márquez

Iván Duque Márquez

Presidente de la República de Colombia

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¿Qué puede esperar Bogotá de Duque?

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Resumen: 

Expertos de la Red Cachaca debaten sobre lo que debe esperar la ciudad del nuevo gobierno de Iván Duque.

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¿Qué puede esperar Bogotá de Duque?
Peñalosa mete el metro en la campaña de 2019
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¿Qué puede esperar Bogotá de Duque?

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